martes, 28 de septiembre de 2021

Ese Joyce

¿Por qué James Joyce escribió Finnegans Wake, "la novela imposible de leer"? Se le antojó y punto. Orson Wells dice que antes de abrirla traía una enciclopedia y diccionario para apoyarlo. Luego al menor descuido estaba riendo como loco, con el autor a su lado, quien preparándola hacía mapas como este

tras anotaciones y más anotaciones en libretas y donde fuera.

Alguien dice: "El Finnegans wake se publicó en 1939. James Joyce se había pasado los anteriores diecisiete años escribiéndolo, desde poco después de acabar su Ulises. En 1941, tras afirmar que su último libro tendría entretenidos a los críticos durante al menos doscientos años, murió. Por ahora, su profecía se cumple: han pasado casi ochenta y ni siquiera hay un acuerdo completo sobre de qué se trata la novela. De hecho, ni siquiera hay un acuerdo generalizado acerca de si, en efecto, es una novela. 

"¿Cómo puede ser posible? Algunos datos que permiten darse una idea sobre el libro: en sus 628 páginas, el inglés funciona como idioma base pero amalgamado con otras sesenta o setenta lenguas, desde las más extendidas, como el español, el francés o el chino, hasta idiomas artificiales, como el esperanto y el volapük, o casi secretos, como el bearlagair na saer, una antigua jerga de los masones irlandeses. Esto da lugar a una especie de idioma nuevo, de forma tal que casi no hay línea del texto sin neologismos."

"Intraducible", según los expertos, los hispanohablantes que se le acercaban debían manejar siquiera un inglés impoluto, si tal existe.

Olvidé quién publicó una "Traducción de fragmentos (...) Del Libro 1, capítulo 8 (Anna Livia Plurabelle, página 215)". Va así: 

"Luego Nuvoletta reflexionó por última vez en su larga pequeña vida y juntó todas sus miríadas de decisiones errantes en una. Canceló todos sus compromisos. Se trepó a la baranda; profirió un infantil y nublado grito: ¡nuée, nuée!
"Un vestido luminoso agitándose, y luego ya no estaba más. Y dentro del río que había sido una corriente (porque mil lágrimas ya habían ido y venido por ella y estaba orgullosa y apasionada en la danza y su nombre limoso era Missisliffi) cayó una lágrima, una singular lágrima, la más hermosa de todas las lágrimas (quiero decir para aquellos amantes de las fábulas de amor-llanto que se "contentan" en el tan bello tipo de cosa común y corriente que se encuentra en cualquier tienda) porque se trataba de una lágrima saltarina. Pero el río se la llevó, bebiéndosela como si su corazón fuera un arroyo: ¿por qué, por qué, por qué? Sería tan tonto flotar, pero no, ¡no puedo quedarme!"

¡Uau!, ¿verdad?, aunque no nos demos cuenta de lo que va entramado allí y cómo, pues el traductor se quedó cortísimo o fue omiso sin más. 

Mi ignorancia no bastaba para impedirme el encanto del Ulises que, con obras de otros autores, revolucionó su extraordinaria época literaria respondiendo a acontecimientos enormísimos.  Atrapado por las palabras pasaba páginas que no se detenían a buscar guiños y referencias.

Claro, durante esos años sesentas en los cuales crecí, si sumamos a Faulkner, Rulfo y Onetti, que tal y cual cosa privilegió, y a Asturias, Carpentier, etcétera tras etcétera, resultaba imposible tragar a José Agustín y demás jóvenes, cuyos méritos aplaudían con justicia mis connacionales profesionalizados en las letras. 

Los aficionados son así, como yo que, por razones obvias perteneciendo a la izquierda, repudiaba a Borges sin leerlo. Ayer encontré esto de él, revelador hasta para mí.

Lo que no me permite esa torpeza sesentera es aplaudir la narrativa mexicana actual, jeje.

Evitemos imitar en petulancia a los exquisitos que morirán colonizados y cuyo propósito suele ser el lucimiento propio. Ulises y Finnegans Wake les pertenecen, aseguran ocultando su grisura. 

-0-


 
  


sábado, 18 de septiembre de 2021

Mal nombrada

 Esto está en Última función, cuaderno que los del Proceso, alias FB, prohiben desde cuando unos machos sacaron las uñas "protegiendo" a su muchacha

 

Empezamos ella con un ¡Igualado! y yo un ¡Perfumada!, onda Elsa Cárdenas-Pedro Infante en Cuidado con el amor, que no tuvimos, ni el cuidado ni el amor.
¿Que me la comería si dejara? La noche de leer juntos en un genial antro, le dije que era la primera mujer en mi vida con quien me sentía en desventaja. No se trataba de la edad, pues otras jóvenes me acostumbraron al descaro. De fuerza, iba el asunto, y yo mentía. Siempre supe cuán poco valía frente a quienes asumían los roles más duros y esenciales. Con esa ya no tan muchacha les rendía culto en la vejez. Al fin irrumpían socialmente, por una combinación de virtuosos y terribles impulsos. El mercado laboral las demansaba en masa para seguir despretigiando el trabajo, requería capacitarlas vendiéndoles de paso una falsa promesa y ellas aprovecharon, como siempre que tuvieron modo. Pagarían con sangre, otra vez, y a muy alto costo. Serían violadas y asesinadas en números solo comparables a las de las guerras de odio, mientras creaban con ellas un negocio aun más rentable que el narcotrático, secuestrándolas para volverlas carne vil, destazada apenas consumían sus nuevos encantos. 
Yo seguía con mi patético canto:
A cambio nos igualó la risa y el respeto por las mutuas vidas.
Se fue de viaje y puntual avisó, sabiendo cuánto el equilibrio de mi cabeza necesita su presencia virtual, así nos veamos las caras a ratos.
Está enamorada, creo, pues no hablamos del tema, y yo sigo entre el recuerdo de la Inesperada, los suspensos con la Imprecisable y cualquier fantasía a modo, hasta las que la involucran, sepan perdonarme, ustedes y ella.
De película, entonces, la cámara, el director, el crew, la mamá de ella, que la talonea, y mis nietos, venidos (párele, Tera, eh, que tienen nueve años) a apergollarse coristas de Chiquiladas, ni cómo la concentrancia, y luego el ¡Corte!, ya la chiflamos.
-0-
Al día siguiente, dice uno cuando al escribir lo de aquí arriba llevaba cuatro horas en él, chinguiñoso todavía me encuentro con un nuevo "desatino" de la mentada (jjj), que esta vez musicalizo como ella espero quisiera (deje pasar los primeros compases: no encajan ((uuummm)) hasta el sax).
Retiro el estupendo poema (¿es el término correcto, compañera?, pues ya sabe que mi ignorancia genérica -entiéndase eso como se quiera, jjj- confunde el Te Pu -siempre le hablo de usted, eh, así que no me propaso en este momento- Erh con el atole -uuummm). No le pedí permiso para copiarlo -ni para leerlo en público con su nombre y apellido al calce -de aquí a Saturno-, se lo pedí a la Gaby -pero no quiso dármelo- y no extralimitarse rezan las viñeteras reglas; ¿qué hago con la música? 
Como sea, después de conocer lo antedicho innombrable no sé si me atreveré a saludarla al rato, mañana, durante el juicio final. Tenía y no razón: me siento en desventaja con ella, así alardee con mis juegos de palabras:
La Tera, ¿de casualidad tendrá acceso a una grabadora digital, porque no encuentro la mía (pa masturbarme la hallo rapidito, pero en tratándose de trabajo jjj) 
Mucha leidi, sí, mucha, para cualquiera, creo desde la primera vez de verla y pensar A esa no la dobla nadie, menos un hombre.  
La noche en que leímos juntos para otrxs, el antro no se le acabó hasta el amanecer, amansando bureles cuyo trapo no rojo sino negro y arriba de las rodillas atraía las embestidas. Cuando las cervezas en el refrigerador desaparecieron por su largo acto de magia, se echó a dormir sepa dónde, pues mendo -yo, para los nacos, jjj- para entonces con mi pijama de patitos retozaba en la cama. 
Ni idea sobre el momento en que la perderé de vista, quizás el domingo siguiente al miércoles en el cual estamos. Cuanta mujer encuentre por el camino de aquí hasta darlas (aprovéchese si quiere, Mal nombrada, que me puse profundo y los albures no me andan) la descubrirá, porque nunca nada se da en maceta, de unidad en unidad, y alguna milpa la produjo, seguro y en consecuencia vaya a calcular yo cuántas Aguamieles que rajan la garganta circulan por ahí.
-0-
Las 8:46 pm y no se reporta. Que el paciente se le pira, acuérdese, guarra, porque no me va a decir que estuvo cortando margaritas... ¿o duerme, mi Tera, para que la noche rinda según debe y no haya más ese sol por el cual en odio vomita? Sólo acuérdese de que a los gallos les late donde la ouija.
Por cierto, pídame permiso en delante: el dueño de la comba grande que tanto gusta a las brujas y a vuescencia, hermanas todas, pues no en balde lleva de emblema este son; que la noche al abandono, entonces, es de mi propiedad cuarenta y dos años antes de la caída de usted a este valle de kikirikis.
Su rabia y su coraje los topé en 1972 caminando por la calle, y en los años luego se convirtieron a mis ojos en rigurosas apariciones a la madrugada, una pulcata y un congal tras otro escupiendo los restos de hombres que venían por dulce y terminaban en el fondo de la taza sin revolver, pues ácidos los querían para que supieran, si me entiende usted. 
Se tiraron a la basura, la rabia y el coraje aquéllos. Los de usted díganme dónde firmo que no se los lleva el viento ni hoy ni cuando siga enrebozada para convertirse en la mujer con el bastón de los años que tanto quiere y así reencarna. 
-0-
Es otro día y la dama (¡sí, cómo no!, y eso no lleva jjj porque a usted le suena a piropo) se fue a la siesta (muy activa ella, ya la aristocontagié). Por una vez la dejo sola en el dicho placer (¿cuál culpa mía si todo suena a guarrez?)
-0-
A las tres y cuarto la Mal nombrada no puede dormir, para variar y gracias a San Miliano porque así le hago compañía. Comparte esta canción -que suprimo por no continuar pasándome de la raya, pues la señito no dio permiso para estos devaneos.
Minutos después se despide. En media hora regresa, cincho. Le dejo pasar el Yo sé cómo se jetearía rico, y no me salga con su ¡Igualado!, que permite un cualquier cosa en respuesta.
-0-
Hay que poner The End a la viñeta, Tera. De otro modo quedaría expuesta al registro pormenorizado de sus días. 
Con el beso de siempre, respetuosamente, su pacientito.
-0-
Semanas después tomamos juntos -¡oh, revelación, engañan al viñetero público desde la primera línea y tienen queveres!, jjj- lo obvio: la Bruja, beoda consuetudinaria, jjj, una chela, y yo un morigerado café, ofcors, jjj. Sin palabras quedó más clara la cosa que si le hubiéramos aventado varias botellas de cloralex: entre nosotros pura amistad, ni más ni menos, ni más ni menos, pues nos contamos hasta el número de empastes en las muelas, jjj -imagínese vuescencia la estampa en la terraza de un restaurante.
Las semanas pasando de vuelta, vino la mentada (jjj) lectura y la Merezco en acción -perdóneme, Itaj, pero esa cábula se la he dejado ir (jjj) sin respuesta no se cuántas veces- traiba borracho de deseo al personal -grande o chico (uuummm, jjj), no importa- y animó un juego conmigo, cada que amagaba irme. 
-¿Ya se va, don? -decía casi repegando su gloriosa Sugar a mi flaca humanidad, onda Marlene Dietrich con el director de escuela en el Ángel azul; usea, en seducción fatal, jjj.
Cuatro veces por hora, entonces, procedía a levantarme, para que conteniendo mal la risa usted repitiera la escena.
-Guarros, ni si me vuelvo barril de nautle y por ello confundo al Jorobado de París con el David del Miguel Ángel -por cierto, mi Brown, qué mal gusto: ¿ya vio lo poquitito que calza ese galán?- sacarán jalea de este cántaro -venía más a cuento el panal, pero cántaro es cántaro, comprenderá -se escuchaba en el antro todavía más que sus homéricas carcajadas (para el palacio de Bellas Artes andamos hoy).

 

América y el Nacimiento de la Modernidad o ¿De que habla realmente El Quijote?

No tengo tiempo ni recursos para examinar lo que además quizá es ya una verdad a gritos.

Hasta 1992 los estudiosos estaban seguros, puedo probarlo: la modernidad no tenía relación con el descubrimiento de América para Europa Occidental y hasta quienes se adelantaron en tesis sobre este y aquel tema vinculado tal vez leían al revés.

Cierto, en dos siglos y medio o tres la cristiandad latina hizo avances prodigiosos sobre múltiples materias: agricultura, comercio y banca, adquisición del conocimiento que produjo el clacisismo greco-latino e iraní y la tecnología china; centros educativos, urbanismo, ciencias y artes. 

Tomemos un año como referencia: 1507, cuando se publica la Universalis Cosmographia, planisferio de Martin Waldseemüller en que por primera vez aparece el Nuevo Continente, al cual bautiza como América y no Colombia o algo así, según debería esperarse si el florentino Vespucio, recién naturalizado castellano, solo fuera un navegante  con dos viajes tras los rastros del genovés don Cristobal, y quizás no sobre todo comerciante, aunque reconozcamos, también se le daba la cosmografía y por ello publicó las dos obras que animaron al geógrafo alemán. 

Alemán, como Jacobo Fugger, al cual llaman el hombre más rico de la tierra hasta los años dos mil -bueno, en 2021 posiblemente lo superan los grandes beneficiarios del Covid-19-. Vive en Augsburgo, ciudad que cobija a su vez a los hermanos Wesler, banqueros con minas argentíferas y tratos de textiles holandeses, lanas inglesas y productos orientales, como muchos aquí y allá.

Volvamos atrás. ¿No podría esperarse que las innovaciones cartográficas fueran de castellanos, quienes gozaban la exclusividad papal del océano al Oeste, surcado por el Almirante, cuya reina defendía con celo un sentido identitario sin contagios islámicos y judíos? Por algo nuestra dama casó con Felipe, el titular de Aragón, Primogénito de Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico que se les sumaria con su primer varón, Carlos I de España y V de Alemania.

-Hagamos una sabía división del trabajo -debieron decirse la pareja y el Vaticano. -Unos conquistan y otros manejan los metales preciosos y cuanto recurso natural se expolie, y la sabiduría.

Si esos previos doscientos cincuenta o trescientos años trajeron en cascada riquezas e ingenios, lo que empezó a suceder fue pasmoso. Basta enlistar unas cuantas cosas: el reloj (1505), las primeras descripciones anatómicas precisas (1546), el microscopio (1590), y con ellos Paracelso, Kepler, Galileo... El Renacimiento, pues, que no será nombrado así sino cuando madure el discurso sobre la superioridad europea y los fermentos del capitalismo anuncien un avance colonizador imparable.

Entretanto España camina hacia la bancarrota, declarada hacia 1640. ¿Y los fabulosas beneficios obtenidos en sus colonias americanas, si la Nueva España por sí sola aporta durante el primer siglo lo luego invertido durante la Revolución Industrial? ¿Esa que con Inglaterra y Francia avanza hacia el revolucionario Estado nacional, es una tonta dilapidadora? ¿Adónde van a dar realmente las utilidades? Están en las ciudades italianas, alemanas, nederlandesas, que a cambio se retrasan políticamente justo por su pertenencia a los restos del imperio carolíngeo.   

¿Paso al correlato? Historiadores aventajados ven a Diego de Velázquez, Ponce de León, Pedro de Alvarado, Orellana -¿también Cortés y Pizarro?- enfebrecidos por las novelas de caballería, y me pregunto sino fue así y también al revés. Éstas nacieron en el Bajo Medioevo como clara continuidad de la literatura que acompaña a los guerreros fundacionales -Roldan, el Cid- y las Órdenes de Caballería. Pero se vuelven una peste cada vez peor escrita. 

El Quijote enferma más tarde, ya desechados prácticamente los Amadises. ¿A quien bate tu maravilloso personaje, Cervantes? ¿A la España contemporánea o la Modernidad? 

¿Y América? No existe por sí misma ni menos lo hará la negritud saqueada de seres humanos rumbo a ella.

Erasmo sería un personaje perfecto para seguir las historias pararelas, me parece. El reto de investigarlo desdorda mis circunstacias. En su lugar pongo este espléndido resumen biográfico sobre el autor del Elogio de la locura, tal vez la mente más lúcida de su época, que inaugura la modernidad.

Si "empieza a despuntar con las letras" en los 1470 y a regañadientes entra después a un monasterio, donde sin darse clara cuenta entra en contacto con la devotium "moderna" -nueva, debería decirse con propiedad-, "una doctrina religiosa sin cuyo concurso la obra de Erasmo es imposible de entender". Y se ordena sacerdote en octubre de 1492 -¿sorprende la recurrencia del año?-. "Las cartas que se conservan nos muestran a un joven tocado por los intereses de la época." 

Confrontará a Lutero, quien para 1525 -a dieciocho años de publicarse la Universalis Cosmographia- inicia un movimiento de apoyo al matrimonio sacerdotal extendido entre muchas corrientes religiosas que reaccionan contra la profunda decadencia moral del cristianismo romano defendido a ultranza por los Reyes Católicos. Y será quizá el mejor amigo de Santo Tomás Moro, cuya Utopía aparece en 1517 y tiene como escenario tierras americanas.    

Demos un rodeo.

Tomándola de los chinos, Europa occidental echa a andar la imprenta cuando hacia 1450, groso modo, y en la Renania-Palatinado, Estado asociado alemán, Gutenberg convence a equis banquero para que establezcan un taller donde se empleen sus tipos móviles de metal. Publican cartas de indulgencia papales y una Biblia. Algo no va bien y ambos por aparte y cuantos los rodearon siguen el camino dando a luz nuevos textos religiosos. 

Poco después el Monasterio de Subiaco, Italia, imprime también con apoyo del Vaticano, y tenemos que esperar algunos años un verdadero salto, dado en la históricamente comercial Venecia, cuya vis le hace publicar ciento treinta títulos, casi todos de clásicos griegos y romanos hace dos, tres o más siglos conocidos por el mundo musulmán. 

Se amplia la base de clientes, pues, y los libros ofertados. París, Lyon, Rouen, Lovaina, Brujas, Amberes, Westminster y al fin Segovia copian el modelo, que en 1500 termina con la etapa de los incunables. 

Para entonces los españoles conocen La Celestina, "tragicomedia" que recoge "la vida prostibularia y rufianesca" y enseguida viven el gran fenómeno con Los cuatro libros de Amadís de Gaula y secuaces, cuyo éxito es casi por entero hispánico. 

Curioso, ¿no? A Castilla y Aragón hechas "una" les tienen sin cuidado los avances cartográficos a que dio pie Colón y a cambio solo entre ellas bulle la caballería andante. ¿Será porque a sus ojos se abren ínsulas y tierras firmes de cuento, adonde marchan primero cientos y luego miles de adelantados indianos, cuyos triunfos alborotan internamente

-debo aclarar esto último porque... ya se verá, jeje- Extremadura, Andalucía, Castilla la Nueva? Vaya casualidad, don Alonso Quijano vivirá en La Mancha.

El Amadis, escrito por Garci Rodríguez de Montalvo, escala la cima del éxito en ese género, advertimos. Lo logra envileciendo a quienes le precedieron -Curial y Guelf, tomemos por conocido caso en mis cuadernos- y trasladando geográficamente la imaginación.

Un mundo isleño puebla la fantasía en los siglos anteriores de Europa occidental y otras grandes regiones. Está situado al Este, como muestran Las mil y una noches o Viajes de Juan de Mandeville, festejada ficción "inglesa" que en el siglo XIV conduce a Egipto, Palestina y la Ruta de la seda, sin duda merced al efecto producido por Marco Polo y sus relatos. 

Si a Mandeville le obsesionan particularmente los riquísimos reinos que Polo descubrió para su cultura, las islas lo atraen también de manera poderosa: "En otra (...) hacia mediodía, viven gentes de feísima y malvada naturaleza, ya que ni ellos ni ellas tienen cabeza, sino la cara en medio del pecho (...) la boca torcida como una herradura (...) con el labio inferior tan enorme que, cuando quieren dormirse al sol, llegan a taparse la cara con sus mismos labios". 

Rodríguez de Montalvo elige, en cambio, las islas occidentales, empezando con una de halo Atlántico aunque durante esa primera aventura su padre adoptivo encuentre al futuro Amadis entre la Pequeña Bretaña y Escocia. Para entonces, recordemos, el ancestral Mare Incogitum ha sido retado por Portugal dentro del mismo proceso que llevará a Roma a repartir las "aguas exteriores", quien halla así Las Canarias, islas descubiertas poco antes.

Pero para cuando nuestro autor escribe, 1507-1508 según todo indica, Colón murió, los castellanos ocupan Las Antillas, Vespuccio también visito el Nuevo Continente y se publica la Universalis Cosmographia. Sino tiene idea de los avances cartográficos, sabe tanto como cuántos dedos hay las manos, que aquellos paisanos suyos hacen historia. 

Me pierdo la gran cuestión: el mercado, cómo se desarrolla. Los mil cuatrocientos italianos que revolucionaron las artes plásticas y la concepción del cuerpo humano y la naturaleza, fueron posibles gracias a mecenas. Éstos pervivirán hasta el capitalismo pero en términos de libros se conjugan ya con los compradores libres, llamémoslos así. Otro tanto sucede con el teatro, que da celebridad a la propia Celestina, presentada por compañías cuyo modelo viene también de Italia. ¡Carámbolas, menuda democratización en el disfrute artístico-intelectual! ¿Qué la trajo? ¿El mero impulso general del occidente cristiano? 

¿No juegan los tesoros y expectativas americanos, desparramados socialmente hasta o más que nada en la cola geográfica de la modernidad, cuya Iglesia va haciéndose el muro mayor contra las reformas religiosas?

Alguien estudió la procedencia de los conquistadores y colonos cada vez más españoles en el Nuevo Mundo. Hay allí un proceder clientelar que los liga de forma muy dispareja a ciudades y comarcas. Casi todos los indianos en Cuba con peso son extremeños y en la Nueva España primera nacieron en Medellín y sus alrededores. ¿Llegan allí derramadas de las riquezas obtenidas por Diego de Velázquez y demás, merced al envío a madres y parientes?   

Antes de acercarnos a El lazarrillo de Tormes, que abre camino en 1554 a la novela picaresca cultivada por Cervantes y Quevedo, ojeemos el teatro popularizado por La celestina. Ésta y las obras a continuación, dice un estudioso, "es, en buena medida, una sucesión de tanteos y de ensayos en busca de una fórmula dramática, la cual ciertamente sólo se verá alcanzada con la comedia de Lope de Vega y de su época". Y continúa: "Presentaba una trama perfecta y cerrada, unos personajes profundamente construidos como caracteres, una amplia variedad de situaciones dramáticas y un riquísimo diálogo y lenguaje literario (...) Los dramaturgos quinientistas, que sí conciben sus piezas para que sean montadas sobre las tablas —en la corte de palacio, en el escenario público o en el carro procesional, según los casos—, se verán obligados a acomodar el modelo a esas nuevas necesidades."·

"Yo vi en Salamanca la obra presente/: Movime acabarla por estas razones/ Es la primera, que estoy en vacaciones,/ La otra imitar la persona prudente; /  Y es la final, ver la más gente / Vuelta y mezclada en vicios de amor. / Estos amantes les pondrán temor / A fiar de alcahueta, ni falso sirviente" -ahora habla el autor, Fernando de Rojas.

Los grandes protagonista ya no son reyes, princesas, magnos guerreros, embajadores principalísimos, sino pueblo sin más. Si Leonardo, Miguel Ángel, Tiziano, etc., revolucionaron la plástica en el siglo atrás, ahora parece darse un salto a su modo mayor, pues los divinos personajes dejan la escena a una aristocracia más o menos perdularia y, antes que nada, a una ama de llaves y un primo sirviente burlador que persigue a la prima, cualesquiera. El público, además ya no está en palacio sino a ratos, y es más bien deleitada "chusma callejera".

Regresemos al Amadis, El Doncel del Mar, caricaturesco prodigio cuyas andanzas están envueltas en pasajes sin mínima gloria y Coronas de pantomima. 

Convertido en Caballero entre un absurdo intríngulis de reinos que, ni más ni menos, hace invasores a los irlandeses brutalmente sometidos por Inglaterra, su primer premio es la encantada Ínsula Firme", situada vaya a saberse hacía cuál punto del Océano trabajado cada vez con mayor ahínco en pos de Las Antillas, justamente bautizadas con ese nombre porque son prolegómenos de la India a la cual se busca todavía, y los litorales centroaméricanos. 

El escritor vuelve a la antigua, rica fantasía sobre islas, y hace vencer a su héroe en una que, aprovechando los pobres conocimientos de los lectores, sitúa entre la muy continental Bohemia y

Grecia, donde mata al Endriago, monstruo que entra a los célebres bestiarios venidos del medievo y que debería pertenecer al más allá ignoto -los sabios escarbando las fuentes griegas que les ayuden a comprender el mundo y Rodríguez de Montalvo juguetea sin pudor, jeje

Hagamos otro alto. Hay una profusa literatura indiana escrita en América o por quienes están en contacto con los adelantados. ¿Cuánto la frecuentan público y literatos "españoles" de la metrópoli? Importa sobre todo, creo, Pedro Martir de Anglería, el primer, culto cronista de Indias designado por Isabel. Se refiere a arpías, tritones, sirenas, los hombres sin cabeza del Amadis y otras fantásticas criaturas cuyo origen es la imaginería medieval y que fecundan al género caballeresco. ¿Mera coincidencia entre ésta y una empresa sin igual en la historia?

Es justamente famoso por su pluma cómo Bernal Díaz describe una ciudad argentífera llamada Tenonchtitlan, que pareciera materializar los delirios del Amadis, publicados cuando Mesoamérica no era ni sospecha.

En estos mis cuadernos hay dos obras mencionadas muchas veces, que muestran el desatino cristiano contemporáneo a los hechos. No recuerdo si mencionan a Fernández de Oviedo, quien fue riguroso al describir lo que veía. Sahagún debería agregársele si su estupendo trabajo antropológico
no tuviera detrás el inconfeso empeño por interpetrar bíblicamente a estas tierras en los celebérrimos Agurios. ¿En cualquier caso cuánto influye
Rodríguez de Montalvo en Bernal y acompañantes o se nutre de ellos?
Doncel del Mar, llaman al Amadis desde el principio, aunque sus escenarios estuvieran en Gran Bretaña. ¿Es que lo devuelven a la conquista normanda por las aguas del norte?
Se atribuye a Gutenberg esta frase: “La imprenta es un ejército de soldados de plomo con que se puede conquistar al mundo". Cuando comienza el siglo XVI hay "grandes centros editoriales vinculados
a determinadas ciudades (Colonia, Lyon, Amberes o Venecia) y, sobre todo, de complejas redes comerciales de libreros que desde Alemania y Francia, principalmente, irán extendiendo sus influencias a lo largo y ancho (...) La
base de este floreciente comercio (...) tiene un
nombre: “el libro internacional”, es decir, aquella publicación en latín que trata sobre
materias universitarias, científicas, religiosas, teológicas, litúrgicas, de derecho (...)
las imprentas hispánicas intentaron sobrevivir siguiendo dos estrategias comerciales diferentes: por un lado, la edición de obras vernáculas, en especial en castellano y en catalán; y por otro, la especialización (...) de los centros editoriales, e incluso de determinados talleres de impresión dentro de una misma ciudad. Así, no extraña que tan sólo en época incunable la producción de obras vernáculas en los diferentes talleres hispánicos supere el 50%, frente a lo que sucede en otras industrias editoriales europeas en este mismo período: el 21% para Italia, el 24% para Alemania o el 35% para Francia...
"Y dentro de esta tendencia, destacan –dejando al margen las religiosas, que seguirán constituyendo el núcleo central de producción– los libros de caballerías castellanos, de los que llegaron a escribirse y difundirse más de ochenta textos
diferentes desde finales del siglo...
"E incluso podríamos ampliar el influjo económico a la Materia caballeresca, en especial a las “Historias caballerescas breves” (en formato cuarto) y al “Romancero” (que se difundía en pliegos de cordel), que permitía acceder a un público mucho más popular y permitía mantener siempre activas las prensas sin tener que asumir una gran inversión económica en papel."* 
Castilla y Aragón no van, pues, a la zaga, como en el resto de los ingenios, en este "ejército (...) con que se puede conquistar al mundo". ¿Cuánto lo deben a la caballería andante simultánea a sus avances atlánticos, a cuyas apenas concebibles dimensiones Pedro Martir dedica significativas palabras: "Idos por esas aguas que son como el giratorio curso de los cielos..."
Santo Tomás Moro dedica sus últimas cartas al iniciador de la modernidad, a quien le dice: "Mi querido Erasmo, no todos somos Erasmo. Los demás hemos de contentarnos con la esperanza de que recibiremos el maravilloso talento que Dios te ha concedido casi de manera única en toda la humanidad."  
Sé muy poco sobre este hombre, previne, y no tengo tiempo de hurgar buscando alusiones al Nuevo Mundo en él, que tal vez no existen. Por ello me aferro a esa estrecha intimidad con el gran pensador inglés.
"La existencia de una recíproca influencia entre América y la Utopía de Tomás Moro (...) es un hecho abundantemente estudiado."*
Según todo indica, el luego Santo empezó a pensar en su obra tras un viaje a Amberes, hacia 1515, escuchando a quien acompañó a Vespucció por aquellas tierras y quedó a vivir allí. Con otros encontró sociedades admirablemente gobernadas, como ¡la República Utópica! (No le preguntaré por qué usurpó el nombre, amigo, y al hacerlo justificaba la expropiación de tierras a los "bárbaros" que caprichosamente aseguró las mantenían vírgenes. Vaya con usted, así contribuyente al adulterador discurso europeo, además para la Inglaterra protestante que lo ajusticiaría convirtiendo su quimera en el más brutal imperio conocido por nuestro planeta.)
¿No comentó nada con su entrañable compañero?
Como sea, llegó la hora de dejar a los caballeros andantes con que Castilla y no sé cuánto Aragón ayudaron a desacralizar la lectura creando un próspero mercado inconcebible en el siglo anterior. Lo hago entre el fracaso por entender de qué manera los conquistadores impactan en ellos y no sólo alimentan sus mentes (https://cpesj.edu.mx/wp-content/uploads/2019/02/Los-Libros-del-Conquistador-Leonard.pdf), enfermas ante la desmesura de una acontecimiento sin igual para el planeta desde hace quizá diez mil años. 
Cuando imprimen el primer Amadis, la Dominica pierde a todos sus hombres, mujeres y niños del occidente, luego convertido en Haití. Se salva Hatuey, quien pasa a Cuba para llevar un mensaje a la población que tenía a mano. Según Bartolomé de las Casas, habló así, mostrándoles oro en pepitas:
"Este es el Dios que los españoles adoran. Por estos pelean y matan; por estos es que nos persiguen y es por ello que tenemos que tirarlos al mar (...) Nos dicen, estos tiranos, que adoran a un Dios de paz e igualdad, pero usurpan nuestras tierras y nos hacen sus esclavos. Ellos nos hablan de un alma inmortal y de sus recompensas y castigos eternos, pero roban nuestras pertenencias, seducen a nuestras mujeres, violan a nuestras hijas. Incapaces de igualarnos en valor, estos cobardes se cubren con hierro que nuestras armas no pueden romper." 
A la depredación humana producida por los conquistadores ya en tiempos tan tempranos, debe sumarse la de recursos naturales. ¿Cuántos tierras quedaron yermas en esa enloquecida persecución? Y con ellas los ingenios que arahuacos y tahinos levantaron durante siglos para sostenerse, como las granjas piscícolas, cuyo secreto parece desaparecer.
De ti, futuro santo inglés, mejor ni hablar. Bien pagaron tus servicios, por cierto: decapitándote.                 

SIGUE

 
      

         

viernes, 17 de septiembre de 2021

Con ese monólogo basta

Va primero el monólogo más célebre de cuando menos el mundo occidental. No se lee, creo, y es una pena porque como siempre Shakespeare habla para todos:  

"Ser, o no ser, ésa es la cuestión.
¿Cuál es más digna acción del ánimo,
sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta,
u oponer los brazos a este torrente de calamidades,
y darlas fin con atrevida resistencia?
Morir es dormir. ¿No más?
¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron
y los dolores sin número,
patrimonio de nuestra débil naturaleza...?
Este es un término que deberíamos solicitar con ansia.
Morir es dormir... y tal vez soñar.
Sí, y ved aquí el grande obstáculo,
porque el considerar que sueños
podrán ocurrir en el silencio del sepulcro,
cuando hayamos abandonado este despojo mortal,
es razón harto poderosa para detenernos.
Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga.
¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales,
la insolencia de los empleados,
las tropelías que recibe pacífico
el mérito de los hombres más indignos,
las angustias de un mal pagado amor,
las injurias y quebrantos de la edad,
la violencia de los tiranos,
el desprecio de los soberbios?
Cuando el que esto sufre,
pudiera procurar su quietud con sólo un puñal.
¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando,
gimiendo bajo el peso de una vida molesta
si no fuese que el temor de que existe alguna cosa más allá de la Muerte
(aquel país desconocido de cuyos límites ningún caminante torna)
nos embaraza en dudas
y nos hace sufrir los males que nos cercan;
antes que ir a buscar otros de que no tenemos seguro conocimiento?
Esta previsión nos hace a todos cobardes,
así la natural tintura del valor se debilita
con los barnices pálidos de la prudencia,
las empresas de mayor importancia
por esta sola consideración mudan camino,
no se ejecutan y se reducen a designios vanos.
Pero... ¡la hermosa Ofelia! Graciosa niña,
espero que mis defectos no serán olvidados en tus oraciones."

Lo tomé de la que se reconoce como primer gran traducción al español, hecha durante el siglo XVIII bien avanzado. 

Hamlet adjura de su sociedad en términos capaces de conmover al público inglés contemporáneo, formado por todos los sectores.

Cada tanto repito la primera línea que, exagerando un poco, no hay quien no diga alguna vez acomodándola al antojo. Lo hago con un mismo, preciso sentido, y suelo ilustrarlo usando otro monólogo, éste de Teresa Panza: 

"«Cascajo» se llamó mi padre; y a mí, por ser vuestra mujer, me llaman «Teresa Panza» (que a buena razón me habían de llamar «Teresa Cascajo», pero allá van reyes do quieren leyes), y con este nombre me contento, sin que me le pongan un don encima que pese tanto, que no le pueda llevar..."

Luego en largos párrafos nuestra mujer del pueblo fiel a su destino subraya las virtudes traducidas pobremente por mí: Pertenezco al linaje del hombre y la mujer pequeños, que así son y así se conciben, uno y una y otra tras otra, eslabones de la cadena que sostiene al mundo desde el primer día, rota si alguno falla.

Crecí creyendo en dos ejemplos a seguir: mi abuelo y sus iguales, nacidos como una clase inédita, cuyo destino era por fuerza colectivo, y las comunidades históricas mexicanas, posibles gracias a tierras detentadas también colectivamente. La competencia y eso llamado cultura del esfuerzo, eran el revés que conspiraba contra ello. 

¿Cómo hacer para que no insuflara al universo, convirtiéndome en individuo al estilo "canto a mí mismo" de Walt Whitman, según ordenaban las clases medias entre quienes crecí?

Nunca supe y no me quedó sino el ser o no ser cotidiano destinado al desastre.       

         

 

domingo, 12 de septiembre de 2021

Entre sertones

De los apuntes sin orden que reuní desde niño. Hoy, por buenas razones.

Respecto al título, en Brasil se llama Sertón -tierra árida- a un vasto espacio al noreste, y de ahí La guerra de los sertones

Tierra árida, desierto si es extrema. Mundos misteriosos, pues, para quienes no los habitan y así les parecen vacíos. En esta nota, todo.

 

-Yo sería Antonio Conselheiro y tú El beatito -dijo el amigo a quien veía muy a veces, charlando sobre La guerra del fin del mundo.

Lo hacia en un centro de investigaciones agrarias ligado al movimiento que seguían llamando solo campesino, erradicando las identidades indígenas a su interior. El lugar quedaba al sur de nuestra gigantesca ciudad capital, donde sobrevivían zonas rurales ocultas a los ojos urbanos y presentes en aquella casa por sus tareas y las barriadas alrededor, que fueron pueblos y rancherías.        

Yo apreciaba así con vaguedad un fenómeno que en Perú maduró entre el caos aquí imposible por la dictadura perfecta. 

Gran foto sin crédito.

Ese país hermano venía a cuento ahora por el novelista que rescribió La guerra de Canudos brasileña, sucedida cien años antes y cuyo recuerdo sobrevivía gracias a otro relato, contemporáneo a los hechos, Los sertones, y algo más: el impacto que producía Sendero Luminoso, entonces en plena actividad. 

En México atravesábamos el regreso a la realidad que con tonos terroríficos traían los Chicago Boys y apenas se hablaba del senderismo, incluso entre quienes como nosotros y a pesar de todo pertenecían a la izquierda socialista, cuando menos en sus mayoritarios sectores blandos, digamos. Otros lo tenían por referencia así o asá y yo acababa de asistir a un congreso convocado por ellos

Sentí miedo al escucharlos, por sus para mí desquiciados planteamientos y la vaga identificación con que aparecían. 

-Cierra la boca -pensé aunque tal y cual discurso animaba a hablar largo y tendido. -Buscarán coptarte y no sabrás si son infiltrados o, sin más, organismos públicos que se trasvisten.

A media reunión escapé, creyéndome vigilado en el camino, y pasarían tres lustros para reconocer a algunos protagonizando un levantamiento popular ríquísimo.

-0-

Hace poco y para una serie, Óscar y yo revisamos la historia colonial peruana. Nos pareció rara en el marco de hispanoamérica. Luego saltamos a los años mil novecientos durante su primera etapa y apareció bien integrada el proceso general. 

Me tocó ver lo que la relacionaba con Manuel Scorza, el poeta y narrador considerado todavía joven para aspirar al Nobel. 

Un adolescente allí en los años cincuenta, ¿en cuál espacio político podía colocar su personal revuelta? El castrismo no había nacido todavía. En cuanto a los comunistas locales, eran stalinianos en las formas y conformistas en los hechos. Así Scorza se hará aprista, la gran pasión nacional contemporánea. Un signo que unía indigenismo y antiimperialismo. Él parte de los literatos oficiales del Partido, llamados poetas del pueblo.

Le cedo la palabra:  

"Yo admiro por su belleza algunos libros míticos, pero el mito es también una forma de impotencia. Yo aspiro a plantear una historia vital (...) Porque mis libros no eran meramente litearios sino también "políticos" (...) yo he vivido esos libros antes en la realidad y después en la fantasía. Para mí los libros son un recurso de apelación." 

Dicen de su obra: "...el acento puesto sobre la percepción en el indio de lo inanimado, lo sobrenatural y los fenómenos cósmicos". Y él, otra vez:

"Este libro es la crónica exasperadamente real de una lucha solitaria: la que en los Andes Centrales libraron, entre 1950 y 1962 los hombres de algunas aldeas sólo visibles en las cartas militares de los destacamentos que las arrasaron. Los protagonistas, los crímenes, la traición y la grandeza, casi tienen aquí sus nombres verdaderos.

"Héctor Chacón, el Nictálope, se extingue desde hace quince años en el presidio del Sepa, en la selva amazónica. Los puestos en la Guardia Civil rastrean aún el poncho multicolor de Agapito Robles. En Yanacocha busqué, inútilmente una tarde lívida, la tumba de Niño Remigio. Sobre Fermín Espinoza informará mejor la baja que lo desmoronó sobre un puente del Huallaga. El doctor Montenegro, Juez de Primera Instancia desde hace treinta años, sigue paseándose por la plaza de Yanauanca. El Coronel Marroquín recibió sus estrellas de General. La 'Cerro de Paseo Corporation', por cuyos intereses se fundaron tres nuevos cementerios, arrojó, en su último balance, veinticinco millones de dólares de utilidad. Más que un novelista, el autor es un testigo. Las fotografía que se publicarán en un volumen aparte y las grabaciones magnetofónicas donde constan estas atrocidades, demuestran que los excesos de este libro son desvaídas descripciones de la realidad. Ciertos hechos y su ubicación cronológica, ciertos nombres, han sido excepcionalmente modificados para proteger a los justos de la justicia."

Y en una reflexión sobre su obra: "plasmación estética del Gran Pánico", de «el tiempo del susto". "Yo tenía una dirección y un plan desde el principio. De otra manera era difícil poder escribir un ciclo de cinco libros, casi dos mil páginas, sin una idea, sobre todo si en el quinto vas a demostrar el porqué de la pervivencia de los mitos en nuestro continente. ¿Por qué, hoy, mitos? Pareciera como si el despliegue de mitología que el escritor lleva a cabo en sus novelas se encaminara hacia un fin muy concreto: el de explicar la pervivencia de los mitos mismos. ¿Por qué tal pervivencia ha de ser demostrada? ¿Acaso la obstinación del mito desajusta al hombre en el planeta?

"El mito es en la sociedad peruana, por lo menos como yo lo planteo en mis libros, la respuesta a una locura colectiva. Cuando se produce la conquista española, lo más grave que ocurre es que expulsa de la historia a seres que tenían historia. [Los conquistadores) proponen una historia en la cual no hay sitio para los vencidos, que son anulados y expulsados completamente. Pero ningún ser puede existir fuera del tiempo [ ... ] estas sociedades entran en un trance de locura [ ... ] Al no poder el hombre existir en la historia, se inventa Otra historia."

Ahora habla un estudioso, refiriéndose a él: 

"Su familia puede situarse, en lo que desde [José María] Arguedas a [Aníbal] Quijano [Obregón] se ha llamado el proceso de cholificación. Es decir, alguien que puede referírsele a una categoría social, la más ancha y popular que puede imaginarse en una sociedad como la peruana de estos años. Aquella capa que se levanta contra la tradición de resignación andina, huyendo del feudalismo rural. Unas capas nuevas, constituidas por ex-campesinos, neo-urbanos, por los «peruanos del desborde»."

No lo encuentro hablando de José Carlos Mariátegui, el primer latinoamericano que intenta naturalizar al marxismo. Cuando Scorza muere (1983) Sendero Luminoso (SL) empieza a fermentar usando como sustento al maoísmo con acentos de aquél precursor.

Mario Vargas Llosa había llegado a las letras una década antes para abrir otro periodo, también con preocupaciones de izquierda distintas, tersas, podría pensarse, a las cuales renunciaría para presenciar con espanto al senderismo en pleno desarrollo.

En septiembre de 2021 muere preso el Comandante Gonzalo, quien fue fundador y líder indiscutido para esa extrañísima organización que rechaza al castrismo dando forma a una guerra popular prolongada estilo chino y por un tiempo cercana a esa aberración cuyo líder fue Enver Hoxha, dictador albanés. El autor de la Guerra del fin del mundo reinterpretó Los sertones, la bien documentada novela brasileña, para ilustrar el fundamentalismo de Sendero con cierta equivocación, creo, pues ve en ella no a un proyecto surgido entre letrados que se adoctrinan, sino al pueblo librado a sí mismo, horror de horrores a sus criollos ojos. 

Encuentro un serio, inteligente ensayo sobre SL, que resumo a continuación.       

SIGUE 

sábado, 11 de septiembre de 2021

Carta Abierta a la Tic, número no sé cuántos

Para Última función.

Eres la única que desde hace tiempo sabe bien a bien cómo está el no por nada llamado Mi viejo.

Sí, algunos durmieron en este departamento y con otros viajé. O, por ejemplo, cuyos oídos registran hasta el reptar de una araña, rogó dos veces que cambiara cuarto en hoteles por los ronquidos, aunque según Tú cuando mucho siseo. Tal vez ella lo dice por cariño, pues en encuentros regionales ya años atrás a ratos tenía habitación aparte quizá no solo para darme el mismo trato que al resto de los mayores, además, claro, de aislar mi peste a tabaco -luego fustigada en jardines, jeje.

Cierto también: con quienes trabajo a ratos cargando cajas, ven como el setentón pare chayotes incluso si le tocan pequeñas y camina luego a lo robot primitivo... para soprénderlos enseguida sentado en flor de loto o ganándoles torneos de pinpón, más jeje.

Ayer regresé de tu ciudad, donde te pedí revisarme desnudo. 

-Ve esas arrugas bajo el pecho y la poca firmeza de las nalgas. ¿Y qué le dices a esas manchas en mis pantorrillas?

-Que bañarse no hace daño. Espera, voy por un estropajo.

-¡Ni se te ocurra!

-Sigue con el teatrito a solas, que se quema la comida. 

-¡Ahí lo tienes! Buscas pretextos para no comprobar cuánto asco produzco.

-Cuac, tus trucos están muy vistos. No te revisaré el pene. Y dale unas cachetadas para aplacarlo.

-¡Milagro!          

-Sí, que no hayas pedido "una limosna para este pobre viejo".

-N está en la escuela.

-Después echo un ojo a tu nariz. Ya estropeamos el guiso.

-¡Cobarda! -le grito viéndola correr escaleras arriba, mientras las olas vienen y van a quince metros de distancia.

De paraísos hecho cuando menos por épocas, ese obliga a quedar y lo evito, amita. Imagina cuando lleguen las enfermedades. ¿O no importa? 

Firma El manipulador, jeje.

Bromeamos ese primer día y el resto, Tic, como es usual entre nosotros. En medio hubo los también acostumbrados silencios elocuentes en que cada uno reconoce y lee al otro. 

Las charlas, reportes, confesiones, no se nos dan y por ello a veces te escribo. Intento hacerlo a lo Waits. Escucha:

"he jigolo’s jumpin salty
ain’t no trade out on the streets
half past the unlucky
and the hawk’s a front-row seat
dressed in full orquestration
stage door johnnys got to pay
and sent him home
talking bout the one that got away
could a been on easy street
could a been a wheel
with irons in the fire..."

Encuentro solo traducciones literales:

"Salto de gigoló salado
no hay intercambio en las calles
la mitad de la mala suerte
y el halcón es un asiento de primera fila
vestido en orquestación completa
etapa puerta johnnys llegó a pagar
y lo envió a casa
hablando del que se escapó
podría haber estado en la calle fácil
podría haber sido una rueda
con hierros en el fuego..."

¿Uso lenguaje "poético"? -entrecomillo pues nuestro músico no es una proeza lingüística (y menos yo, ya se nota, con entreguiones y paréntesis casi línea tras línea, cantinfleando, "como la vida misma", dice O para justificarme-. No. Sin belleza suelto imágenes y situaciones -me paso esta vez, al ligar ideas- que creo resumen el mundo a mi vista, de otra forma muerto -él y yo.

Hoy toca airear lo no dicho aunque entiendes perfectamente a qué me refiero, Inesper. Aguanta, busco uno de mis videitos, a los cuales no atiendes por reglas convenidas entre nosotros. 

El azar obró a favor tuyo y siendo muy joven en pocos años encontraste un oficio y una raza ideales para ti, ser exótico desde niña, y para ese pequeño que contra cuanto pensabas te dio por desear. 

Todavía me cuesta entender tu decisión de decir sí a una pareja formal que no sabías cómo acomodaría también al propósito. 

-No hice cuentas, juro. En realidad los hechos me desbordaron. Fue pura buena fortuna -dices

Y tesón, hay que añadir.

Yo fallé. Trabajaba por el destino colectivo a mi modesta manera y hoy no tengo lugar. Los movimientos populares, a cuyo amparo anduve siempre, pasaron a segundo plano, cuando menos de momento, entre una sociedad muy activa en feminismos relativamente atípicos, derechos humanos, periodismo, investigación académica comprometida. La política partidaria o 4T me tiene sin cuidado, convencido de que cumple una etapa primitiva en el proceso. 

Por la edad, vivir a secas no basta, pendiente del deterioro físico cuya factura me niego a pagar con enfermedades que además exigirán recursos económicos de los cuales carezco, así mis crías estén dispuestas a apoyarme. 

Cada día agrava la conciencia de lo que en otras circunstancias pasaría por alto: armamentismo apocalíptico, tecnología en acelerado desarrollo, que multiplica sin pausa el desempleo estructural...

Moriría satisfecho por los setenta y cuatro años y me niego a tener esa visión decepcionante de la especie que trae una cotidianidad pasmada, digamos.

Tus planes no pueden incluirme aunque te esfuerces, Tic. 

-0-

Cualquier cosa me hace temblar ahora. Un joven pide le haga canchita en casa por cuatro o cinco meses. El cuarto de la azotea con doscientos metros solo para él parece perfecto y cuando se lo muestro quedo patitieso. Prestado hace tiempo a los vecinos para guardar muebles y equipo de un negocio fracasado, hace dos años pedí devolvérmelo y con la pandemia olvidé mis planes. 

Ayer vino el muchacho y encontramos una sala-gimnasio bien puesta. 

-Cuidado, pueden quedárselo -dijo sin razón quien de todas formas hospedaré en el departamento que le sorprende por su orden. -Antes tenía los libros regados. 

¿De qué hablaba, si llegué aquí con libreros y mandé hacer nuevos apenas desempacar? 

Vecinos gandallas y un atolondrado devolvieron la inseguridad a tu viejo, amita. Así de frágil estoy.

-0-

N videollama. Quiere de regreso a su abuelo adoptivo ¡ya!, jeje. Le digo que me corriste, sigue la broma y te arma un tango.

-Si, no lo soportaba más.

-Pídele perdón -exige.

-Antes muerta. 

-¿Y si nos deshacemos de ella para quedarnos con la herencia? -sugiero. 

-¿Y quién cocinará y eso? -pregunta el no tercero en discordia.

-Hay muchos restaurantes y servicios a domicilio. 

-Par de inútiles, se van a quedar sin un peso en menos que canta un gallo.

-¿Cómo? -responde mi socio, quien no escuchó nunca antes la expresión, según parece.

-No hagas caso, inventa palabras. 

-Canta... un... gallo. ¿Cuál de las tres me saqué de la manga?

-¿Eh? -continúa sorprendido.

-Uy, qué coloquial anda nuestra señora.

-No entiendo nada.           

-Que te explique el rabo verde y ven a cenar, que ya está.

-Cuidado, N, a lo mejor envenenó los burritos o la malteada.

-No importa -contesta sentándose a, literalmente, devorar.

-Y tú muérete de envidia, Cuac. Luego sigue pan francés. 

-Retiro lo dicho. Sírveme. 

-Todavía no inventan la teletransportación. 

-¿Musiquita?

"Hazle segunda, por fa."

-Bajito.

Vaya estampa. De veras estoy loco conservando los ochocientos kilómetros de distancia.
 

       

 El once ideal

Este Un largo viaje quiere ser ahora cuaderno y no más blog donde apuntar. Si lo consigue -como si necesitara gran cosa para lograrlo, jeje...