miércoles, 4 de agosto de 2021

¿Por qué Shangay?


-¿Por qué Shangay? -pregunta el abuelo.

-Nos trajo Chen, el de La condición humana, ¿recuerdas?

-La ciudad es tan poco oriental.

-A su manera. 

-Y esa novela fue escrita por un francés. 

-Un comunista, sobre la revuelta.

-Aun así. ¡Y me metes a un cine!

-Para asaltar al cácaro, obligándolo a darnos función triple.

-Son representaciones.

-Disponemos de dos o tres horas, se necesitan intérpretes. ¿Lees calles? 

-Las siento.

-¿Cuántas, en este bochinche cuyos signos escapan a los desconocidos? Pareces aquél escritor inglés jactándose: incluso como mujer, bastaría la mirada al paso por una ventana de cuartel para descubrir el  mundo que compone el batallón.

-¿Año?

-Durante la Segunda Guerra Mundial.

-No veo nada semejante a eso.

-Es China, no Europa.  

B tiene razón. Ya ni modo, aquí estamos. Cruceros por la historia no pasan cada diez minutos.

-Prostitución, vicio, juego. Solo eso distingo -sigue quejándose. 

 
Sirve también para escuchar de fondo su banda sonora.

Qué nueva, Shangay. Y China tiene unos cinco mil años como cultura. Quizá no hay otro lugar en el mundo tan representativo del colonialismo moderno. 

La ciudad fue levantada por los ingleses cuando sometieron al imperio. Casi no puede creerse que lo lograran. 

-¿Por eso vinimos? -dice el abuelo. 

-¿Escuchas la música de La meretriz?   
-0-

Este andar errático por siglos y sociedades se debe a a nuestra ignorancia. Tenemos buenos amigos para guiarnos, es verdad. Pero pueden contarse con los dedos. Nos falta Edgar Snow, un estadounidense que a los diecisiete años, en 1931, llegó a Shangay para no volver a su país y antes de comprometerse con la revolución maoísta conoció muchas "naciones" asiáticas. 

Al sur, en los archipiélagos, encontró todavía pueblos que escapaban al proceso civilizatorio: sin más familia que la comunidad entera y así matrilineales, y por ello ajenos a la propiedad privada y el Estado. Desaparecerían en un tris. 

A cambio presenció el más temprano fin "del dominio del hombre blanco", que para este continente inicio bien a bien apenas hacia 1860.     

Llegó gracias a Agnes Smedley -¿sin falta una mujer al inicio?-, crecida entre minas y sindicatos afiliados a la izquierda revolucionaria que cobijaría a los magonistas mexicanos y luego a Primo Tapia, un michoacano asesinado de vil manera, a cuya organización agrarista apelaría el cardenismo.

-¿Conociste la IWW, abuelo? -le pregunto, pues tras 1939 recorrió La Fededación Internacional del ramo en América. 

-Sí. Era anarconsindicalista.

Curiosa forma de relacionarnos con esta caótica ciudad en que vinimos a dar.

Sí, Orson Wells, dejé fuera tu famosa cinta. Es que para ella este puerto de mar existe solo como atmósfera. 

-Sirve, conforme a las reglas que estableciste -dice B.

-No me des por mi lado. Vamos fracaso tras fracaso.

-Dramático. De algo valió.

PASEN USTEDES, PUES, A EL PARTIDO PLURICLACISTA, LA NOTA QUE ANTECEDE A ESTA EN EL BLOG.

         

    

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