miércoles, 1 de septiembre de 2021

Notas para el Mr. y algo más

 -Dylan y no sabía inglés. El rtimo de las palabras, la insinuación de la voz y una música que pareciendo muy simple era muy compleja, pues sumaba vaya a saberse cuántas tradiciones musicales evolucionadas en Estados Unidos, sede del imperio que como nadie más contribuía a crear un fenómeno inédito en la historia, la adolescencia masiva, haciendo un jugosísimo negocio con ella gracias a capitales y desarrollos tecnológicos producto de la nueva revolución industrial, precipitada por la Segunda Gran Guerra. Por fin podía así incorporar, en principio solo para ese efecto nada mása, a las y los afrodescendientes de ese país, cuya impronta como en cualquier adonde fue a dar el tráfico esclavo, era arrebatadota.   

-En realidad tardaría cincuenta y muchos años para entender de que iba lo suyo y escribir dos notas enredosas y bobas. 

-Eso casaba con el rechazo que simultaneamente, en 1964, Sartre, al premio Nobel: 1964:
«Todo esto es el mundo del dinero y las relaciones con el dinero son siempre falsas -decía. -¿Por qué rechacé ese premio? Porque estimo que desde hace cierto tiempo tiene un color político." En realidad se revolvía contra la presunción de que una sola persona, o cientos o miles, representaban lo mejor, y por eso cuatro años después se pondría a la cola del movimiento estudiantil francés.

Poco antes Einsteín había declarado: Todos tenemos la misma inteligencia, solo que la aplicamos de distinta manera.

Ah, ese rasgo característico de nuestras civilizaciones: exaltar a unos pocos volviendo sombra a los más, frecuentemente sin mínima razón, porque hubo reyes y hasta emperadores más brutos que Bruto, que ni siquiera aprendieron a asesinar a sus padres y madres, hermanas, hermanos y demás parentela que les disputaba el poder.

Dylan recibiría el Nobel sin hacerle caso de entrada. ¿Qué representaba frente a los reconocimientos tras reconocimientos acumulados en medio siglo? Al parecer se lo dieron, al menos parcialmente, para compensar el que le negaron a Philiph Roth porque era un crítico voraz también con la comunidad judía con toque sionoísta, digamos, aunque alguna controlaba el mismísimo Hollyood.

Por eso deprime hasta la risa loca el ceremonioso, torpe paseillo de Octavio Paz en Estocolmo, posible, según dicen, merced a los múltiples recursos mundiales, háganme favor, de Carlitos Salina de Gortari, ese siniestro personaje que por vulgar no habría servido a las tragedias de Shakespeare, aunque se esforzó hartísimamente en lograrlo.       

  

 El once ideal

Este Un largo viaje quiere ser ahora cuaderno y no más blog donde apuntar. Si lo consigue -como si necesitara gran cosa para lograrlo, jeje...