lunes, 6 de septiembre de 2021

El diario asesinato del deseo y mi más fiel compañera

Horas me tomó matar una rata, sin sangre, y lo registro como parte de la lucha contra el diario asesinato del deseo, ayudado por mi más fiel compañera, llamada Angustia.

Hace cuarenta años, juntos dimos La batalla. Alguien se llevó a los dos niños que criaba. No era mala persona, luchaba por su vida y sin ellos no podría. Nada la detuvo: amenazarme con pistoleros, apurar mi locura, creyéndola próxima.

-Qué gusto -la recibió el psiquiatra a quien yo acudía por droga salvadora y no para revisar una historia prístina. -Encomiable gesto. 

-Evítese discursos. Solo quiero saber si puedo dejarle los pequeños al paciente, mientras resuelvo ciertos problemas prácticos. 

La respuesta fue igualmente cruel: 

-Aunque ese hombre no pudiera tenerse en pie, ellos estarían mil veces más seguros que con usted.

Horas antes de verlos partir, corrí al espejo donde mi rostro se desdibujaba. 

-¡Queda! -le exigí y entendió. 

Fui a la cama con lo que quedaba de una humanidad físicamente consumida. Ella entró al cuarto para contemplarme. 

-El camino está lleno de cadáveres, según aseguran tus correligionarios -dijo tranquila a grados pasmosos. 

-Qué poco entiendes la vida -pensé.

Por semanas, noche a noche bajaba para sin exponerme a las miradas sentir el viento callejero que era como placenta, con una cantaleta:

-Viajaré cada poco, hasta que, inexorablemente, regresen y olvidemos el episodio. 

A esas alturas era un experto: rieles de Metro que reclamaban mi salto; puentes, túneles, vías rápidas, cerrándome las vías respiratorias; regresos del trabajo en autos cuyo volante no tengo idea quién conducía. 

De amor iba fue el asunto entonces y hoy al matar a la rata, debiendo la explicación sobre su significado.

Joaquín Sorolla

-Gracias -repito a quien desde niño me alerta.

-0-

Yo dormía cuando la rata murió tras una  persecución en que jugaba mi última carta. Pues si ella triunfaba, fracasarían los empeños por dejar el departamento en condiciones dignas antes de marcharme para siempre. 

No sé si fue la Tic o la última Eterna vuelta fantástica vigilia gracias a los sueños, quien le pidió al animalito morir. 

-El no vale más que tú, pero esta es su casa y la terrible reputación del clan al que perteneces, amiga, lo exhibiría como un hombre vencido. Perdona. 

Al despertar y verla tendida tras horas dándole batalla, el alma regresó a mi cuerpo y arreglé los destrozos causados. Entonces tuve ánimos para colgar la manta oaxaqueña.

Si vencí en aquella batalla, comprendo ahora, tengo derecho a la eternidad y un día.

Realmente soy experto en combatir al diario asesinato del deseo.        


 El once ideal

Este Un largo viaje quiere ser ahora cuaderno y no más blog donde apuntar. Si lo consigue -como si necesitara gran cosa para lograrlo, jeje...