martes, 17 de agosto de 2021

Linajes empresariales

Los hijos se volvieron Home Depot Latinoamérica y tienen voluminosas inversiones financieras que guardan más o menos en secreto. Padre y madre les enseñaron cuánto vale un peso y las virtudes de ser infelices, como ellos, y así aunque degeneraran genéticamente, su descendía tendría garantizada riqueza y poder por secula, seculorum, si eso fuera posible, desde luego, pues otros vendrían a suplirlos tarde o temprano -¿alguien sabe dónde estaban los chosnos de Julio César, digamos, siquiera ya cuando Justiniano?; mendigando en cortes, seguro, de no haberse extinguido asesinados entre sí, porque herencia es herencia, también ideográfica y temperamental; dejen busco el rastro

en Curial y Guelfa.

El fundador nació en un pueblo español y vino durante nuestra bola siguiendo la emigración de llamada, como le dicen. Tenía carácter, odió al tío rico que  designó preferido a quien en la propia madre patria escogió para casar a su hija porque no rompería un plato sin consentimiento, y aquel tiempo de oportunidades lo llevó de Veracruz al Bajío, donde montaría un negocio apenas próspero hasta el gran momento: la industrialización a marchas forzadas. 

Hizo buenos contactos y acaparó cultivos cerealeros. Tendero de vocación, hacia 1960 la modernidad estadounidense le entregó el jugoso paquete que reunió a los innovadores productos electrónicos, los automóviles vueltos cultura y un nuevo urbanismo. Solo faltó aprender cómo administrar estantes en grandes espacios, arte puro, para crear Gigante. Voila. 

Descubría así lo que, con vis, Gastón Azcárraga Vidaurreta, joven fronterizo de holgada familia, descubrió en Houston y Austin, Texas, a horcajadas entre el porfiriato y la Revolución.


 

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 El once ideal

Este Un largo viaje quiere ser ahora cuaderno y no más blog donde apuntar. Si lo consigue -como si necesitara gran cosa para lograrlo, jeje...