Llevo casi dos años esperando cómo escaparme del callejón sin salida al cual llegué por buenas y malas razones.
A diferencia del hombre en la secuencia aquí arriba, no estoy solo ni hay oscuridad alrededor, sino días pletóricos, que demandan. Responden al camino cuyas fracturas terminé agradeciendo cada vez, pues empujaban hacia adelante y no tenían detrás la derrota irreparable.
En su lugar había el más grande sueño que nuestro país, nuestro continente, nuestra especie, pueden concebir. Confió compartirlo siquiera durante sus nuevos, pequeños avances, iniciados años atrás de distintas maneras.
Todo preocupa, claro. Algo así no se logra sin abismos abriéndose paso a paso, comenzando por México, galimatías que crea la llamada Cuarta Transformación y el mesías al frente suyo, esmerado desde los orígenes en impedir se creara algo más allá de sí.
Movimiento y partido, le dicen a lo que aglutinó conspirando contra las dos alternativas. Disfruta el Olimpo a solas, sintiendo cómo entra a la historia. Cuesta trabajo entonces confiar que Santa Utopía ayude a quienes hacen esfuerzos por acompañarlo, aunque sin duda tarde o temprano lo hará.
A cambio, Bolivia, Chile, Colombia, Perú, Brasil viniendo al fin desde sus profundidades; Ecuador mismo, que padeció un adelanto del santón; Estados Unidos a pesar de los pesares, y Palestina, India, África Negra, Francia... traen buenas noticias hoy mismo, así no creamos.
Tomaré de aquí la frase final