Ni Otis ni Fez existían todavía para mí, cuando el marino de Malmoe apareció un segundo. Menos aún entonces la Hila que llevaron a Tombuctu para entregarla como amante esclava a León el Africano, o Cristina, Agustín, nuestro Sabio Analfabeta y ese largo etcétera por quien la vida seguiría haciendo sentido desde cuando Felícitas cantaba en la azotea.
Dylan Thomas, el poeta adolescente irlandés, rompió su libreta de direcciones para sortear Londres, sede imperial en donde anduvo cómodamente el Dr. Watson de Conan Doyle, antes asesino serial junto a mil otros India arriba y abajo. Yo no tenía nada semejante y cuando me despedí del marino aquello volvió a ser aterrador, hasta el desquiciamiento sino cargara los cheques de viajero y mi lado Mero.
-Cuéntanos -pedían expectantes en el falso barrio bohemio, al regreso, nueve meses después.
-Ni pendejo -pensaba resolviéndome a abandonar para siempre tan estúpidos lugares.
Ana no podía aplaudir la decisión porque este su falso Perseguidor se le hizo humo.
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El largo viaje. Capítulo "Y abrazamos solo viento" se llama la nota de donde viene esta. Aunque necesita limpiarse, me parece interesante y completa lo iniciado con Islas y Sin salida. Anda allí un joven que desespera sin encontrar el futuro.
Ahora puedo volver a los meses por Europa, sinónimo de vacación o Eduquémonos como Dios manda, para clases coloniales en más o en menos privilegiadas.
Él, o Yo, según convenga, va sin rumbo y así desprotegido por completo y ve cara a cara quinientos años de expoliación planetaria convertidos en ricos productos culturales: edificios, trazas urbanas, música, hombres y mujeres cuyo conocimiento formal contempla con desprecio el anchuroso afuera que sometieron a sangre y fuego. ¿Cómo rastrear en cada cosa los muertos deshumanizados y la vocación criminal tras cuerpos y mentes orgullosos de su mayor o menor belleza? Tal vez hay manera pero no lo intenta pues ni tiene conciencia clara de ello ni las capacidades que le tomará décadas desarrollar.
Por eso al instalarse en París pasa casi todo el día azorado ante cuadros impresionistas. Se diría que desmontan la construcción levantada durante cinco siglos.
Vieja, decadente Europa, escribe en sus cartas con profunda ignorancia e intuición. ¿Lo iluminan las visitas a los lugares que recuerdan La Comuna? ¿Bromeo? Quizá no.
Visión macro que oculta los días arrastrándose como pueden.
-Hay algo raskolvniquiano en ti -asegurará M décadas más tarde.
Le contestaré entonces y ni caso tiene nunca. El personaje ruso era un hidalgo y se negaba a dar golpe. Yo vengo de familias populares que ascienden sin proponérselo, al menos a primera vista, y el depósito de papá llega con adelanto haciendo a un lado mis reclamos por volver, mero discurso pues para maestra, creo, la angustia.
SIGUE