martes, 27 de abril de 2021

Un mexicano e Ibn Simbad

Esto es un apunte, algo hecho a la carrera, que permite entrever una historia con cuanto se precisa para convertirla en gran relato. Desde luego como cualquier otra exigiría escoger entre los posibles ángulos.

Aunque resulta francamente malo cuando intenta interiorizar, exhibe así las dimensiones de lo involucrado. Quizá podría resolverlo empleando incluso mis modestos recursos usuales: crónica, humor, desparpajo. Renunciaría entonces a lo que habría de servirle a un escritor hecho y derecho, no importa si comprime o extiende.

Queda tal cual en espera de un buen momento.

Cuando en 1968 terminan los movimientos estudiantiles, X, un mexicano, acepta el ofrecimiento de su padre para viajar a Europa. Cumple veintiún años, hace tres abandonó la universidad sin saber si huye y busca, como insiste en asegurarle A, quien apenas verlo decidió harían toda la vida juntos. 

Ella es perfección personificada, según cree él, que por ello se resiste a creerle y marcha, tras los  intensos meses de utopía asaltando las calles sin su participación, pues fue mero acompañante. Eso no le molesta. Sintiéndose un adulto tránsfuga, poco antes escapó de la fábrica-pueblo, como la llama, donde alguien con buena voluntad intentaban enseñarle a mandar, para siguiendo generosos consejos descubrir la guerrilla rural recién formalizada. Lo hizo lejanamente, limitado a tareas de apoyo poco útiles. 

Llegado a París entre una atmosfera de derrota que inhibía a la sociedad entera, creía, halló a quien  después nombraría como Ibn Simbad, un marroquí con padre subsarahiano.

A éste el nombre le vendría de perlas por su vena aventurera que lo llevaba a leer una y otra vez On the road, relato fundacional de la literatura beat estadounidense. Menuda extravagancia para un musulmán cuyos viajes posteriores lo volverían quizá un impreciso asceta hindú, pues su silencio desde entonces puede ser muerte llana en Tukestán o vaya a precisarse dónde por el Asía interior, misterio puro para X.

Éste ha escogido la vía fácil, al menos en apariencia porque su personalidad fracturada convierte a ratos aquéllo en tortura. Lo hizo apenas asomar por primera vez a otro país. Cuando el avión hizo una parada para abastecerse, sus ojos por la ventanilla se confundieron a grado extremo. Alto, rubio, guapo, quien manejaba la grúa que se les acercó, resultaba inconcebible, no importa cuánto nuestro joven despotricara contra el racismo mexicano oculto.

-Entre nosotros sería galán cinematográfico -pensó. -¿Y yo? He gozado el privilegio de la piel, así declarara aborrecerlo. Soy un demagogo y lo pagaré ahora.

Por instinto echó manos a sus documentos.

-Si pierdo estas reservaciones y los dólares...

Aunque el verdadero golpe inicial lo recibiría al ver Europa desde las alturas. Campos reticulados en pequeñas unidades, sin vacíos, y, sobre todo, los colores maduros, donde no cabían soles machos. Su cabeza, que adiestró para percibir sutilezas, casi estallaba. ¿Qué sería andar entre ocredades?

Jean-Michel Basquiat

-Mi mundo desaparece, y así serán los sonidos y cuanto halle. Tan cil a la angustia, no sobreviviré.

Iba a escribir a A de inmediato y lo olvidó. No estimularía más al Perseguidor en que su cabeza lo convertía recordando un gran cuento.

Aprendiendo el idioma, los habituales a un cafetería de la Soborna quisieron apapacharlo como exiliado que escapaba al fraterno movimiento mexicano. Evitó tal farsa y pronto sus conocidos se redujeron a una joven española y otra inglesa, cuya buena vista les permitió descubrir al aterrado, bondadoso muchacho. E Ibn Simbad con nombre real todavía.

La primera de aquéllas intentó infructuosamente que jugaran al amor y la segunda, varios años mayor, lo veló cuanto permitían sus múltiples tareas.

Antes J había cubierto el típico tour de siete países en veintiún días. No recordaría más tarde cómo se llamaba la ciudad-puerto noruega donde lo aventaron tras dieciocho horas sobre aviones cada vez menos sofisticados, y si el impacto lumínico. Fríos, melancólicos tonos hablaban de retos que solo almas bien templadas conseguirían vencer y cuando muy temprano entró la camarista, alta, delgada, hermosísima, se disculpó por su pobre humanidad.

Exageraba, por lo demás, supo al recuperar un papel característico en él, atrayendo a las almas que penaban. Ahora eran quienes sufrían fracasos económicos o amorosos, luego turistas extranjeros o locales en inútil procura de guía. 

-Hasta a esto puedo hacerme -pensó consciente del verdadero halo protector con que contaba los billetes de viajero.

Una pastelera noche vienesa tuvo el atrevimiento de visitar el Moulin Rouge            

SIGUE

-0-

Esto es un apunte, algo hecho a la carrera, que permite entrever una gran historia. Tomo ragmentos de él. 

Cuando en 1968 terminan los movimientos estudiantiles que se produxeron a lo largo del mundo, X, un mexicano, acepta el ofrecimiento de su padre para viajar a Europa. Cumple veintiún años y hace tres abandonó la universidad sin saber si huye y busca.

Ha escogido la vía fácil, al menos en apariencia porque su personalidad fracturada convierte a ratos aquéllo en tortura. Lo hizo apenas asomar por primera vez a otro país. Cuando el avión hizo una parada para abastecerse, sus ojos por la ventanilla se confundieron a grado extremo. Alto, rubio, guapo, quien manejaba la grúa que se les acercó, resultaba inconcebible, no importa cuánto nuestro joven despotricara contra el racismo mexicano oculto.

-Entre nosotros sería galán cinematográfico -pensó. -¿Y yo? He gozado el privilegio de la piel, así declarara aborrecerlo. Soy un demagogo y lo pagaré ahora.

Aunque el verdadero golpe inicial lo recibiría al ver Europa desde las alturas. Campos reticulados en pequeñas unidades, sin vacíos, y, sobre todo, los colores maduros, donde no cabían soles machos. Su cabeza casi estallaba. ¿Qué sería andar entre ocredades?

-Mi mundo desaparece, y así serán los sonidos y cuanto halle. Tan cil a la angustia, no sobreviviré.

 

 

F:jJf- 

 El once ideal

Este Un largo viaje quiere ser ahora cuaderno y no más blog donde apuntar. Si lo consigue -como si necesitara gran cosa para lograrlo, jeje...