miércoles, 7 de julio de 2021

¿Realmente Valjean era edulcorado?

Una camioneta derriba el portón principal del rancho y detrás sesenta sicarios profesionales se precipitan. Reportan a veintiséis desaparecidos, que meses después parecen acercarse a trescientos. ¿Todos terminaron en toneles metálicos con fuego, como es seguro pasó a los primeros? ¿Y hay real relación entre el caso y una joven que dos años más tarde y muchos kilómetros al sur asiste a la detención y muerte del esposo y su hermano, violada durante horas por al menos siete hombres, ante complacidos policías, militares y civiles?

-Siéntese -dice la mujer ofreciéndome el asiento del Metro.

-No, gracias -respondo.

-No le estoy preguntando -insiste y se levanta.

Hago caso, agradecido y con pena, pues puede presumirse el abismo de trabajo entre ambos, abuelos los dos. Quiero precisarlo:     

-¿A qué hora salió de su casa?

-A las seis. 

-¿Cuándo despertó?

-Dos horas antes.

Entonces si regresa ahora, cuando atardece, al bajar debe esperarla un microbús o algo semejante, calculo.

Aquellos eventos sucedidos entre 2011 y 2013 al norte del país revolotean con otros por el vagón que puede suponerse lleno sin estarlo, pues falta rato para la hora pico cuyo flujo se distribuye aún en esa línea entre el poniente donde están los centros laborales y un oriente concebido para concentrar a las ciudades dormitorio de los trabajadores y trabajadoras, hoy pobrada vil, digamos, aunque siete décadas cultivaron casas y calles gracias ellos, cuando menos a grandes tramos, pues aquí y allá no logran superar el destino previsto. 

La mujer tiene sesenta años y recién viuda es el sostén único de los nietos, por motivos que escarbo apenas, como ella, quien evita interrogarme sobre temas quizás incómodos para un viejo semiextraviado en esos rumbos.

Ciertamente su comportamiento conmigo no lo habría imitado la absoluta mayoría del pequeño universo que reciclamos estación tras estación. Incluso así es una buena representación general, sorteando noticias cada vez más prolijas sobre el pasado y presente.

Los celulares dan cuenta del apresamiento sufrido por Luis Cárdenas Palomino, cuyo jefe y mancuerna, Gerardo García Luna, prueba ya una cárcel estadounidense, redescubriéndonos cómo hicieron carreras paralelas desde la niñez, en colonias que minutos atrás pasaron a nuestros ojos.   

Mi temporal hada madrina tal vez no escuchó o no recuerda los crímenes de lesa humanidad cometidos en Bosnia, Ruanda, Medio Oriente, que yo tengo frescos en la memoria por ser un clasemediero de izquierda. Le sobran, al modo de cualquiera allí, los nacionales que equivalen a ellos, referencias cuya cercanía no puede entenderse.

El periodista en la pantallita del vecino reclama para sí una historia iniciada a cuadras de su primer hogar, que volvió a recorrer con informantes. 

-La familia había emigrado de Michoacán y un año lo pasó García Luna escondido en una vecindad "de pobreza extrema". Los vecinos lo calificaban como El maldito. Tenía muchos complejos. Era de muy baja estatura y tartamudo y tenía problemas en la escuela pero llegó a vivir a una esquina que conocían como La canasta, porque allí un grupo de comandantes y agentes de lo que fue el siniestro Servicio Secreto juntaba sus botines y los repartía. A uno de ellos lo llamaba Tío. Cuando tenía once años lo reclutaron como soplón. Se ganaba la confianza de los comerciantes y luego los agentes los asaltaban y extorsionaban. Cárdenas Palomino fue un asesino, muy temprano también, y en algún momento se hicieron amigos. Para el siglo XXI en pareja dominaban los servicios policiacos nacionales y hacían multimillonarios negocios con las mafias. Se erigieron en dioses, los señores de la muerte(1).

-Aquí bajo -dice la amable abuela que identificaré como Ye.

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Habrá que esperar, creo, a que Víctor Hugo escriba el luego llamado Manifiesto romántico, para valorar realmente su magnífica prosa. ¿Por eso en mi adolescencia no me gustó Los miserables, obra con la cual se lo identificaría? No, desde luego. Yo era un mal lector y punto y entre aquel rico mundo donde ficcionaba y hacía un puntilloso retrato de la sociedad en tránsito al Nuevo Régimen escogí, quizá como todos, a Jean Valjean, héroe a primera vista edulcorado que a entender mío subvaloró al pueblo llano. ¿En verdad lo hizo?, pregunto en silencio ante Ye. Porque bastaría ella para mostrarlo a lo debido y él tenía a mano a mujeres sin cuyo furioso asalto a la Bastilla nada podía explicarse. ¿Reparó en ello asistiendo mucho después a la Comuna de París? Conoció entonces el llamamiento a sus iguales hecho por un «grupo de ciudadanas»:

«Nuestros enemigos son los privilegiados del orden social actual, todos los que han vivido siempre de nuestros sudores y han engordado a costa de nuestra miseria. El momento decisivo ha llegado. Hay que deshacerse del viejo mundo. ¡Queremos ser libres!».  

-No podría ser comunero -declaró, palabras más o menos.

¿Ye se habría sumado a los oleajes que se produjeron con un siglo de por medio, dejando atrás a sus nietos?

Para demagogos me pinto solo.

LOS MISERABLES                

-0-

Vistos tal como con aparente rigor nos los dibujan, García Luna, Cárdenas Palomino y quienes asaltaron el rancho en Zacatecas o compartieron la violación de Durango, resultan un fácil expediente para explicarnos el tránsito entre nuestra Dictadura perfecta y el neoliberalismo criollo.           

1. 

La historia es vieja, dice el periodista y bien lo sabe cualquiera que haya asomado a nuestra posrevolución. 

Una sarta de caudillos y caciques vencieron a los ejércitos populares, ¿no? ¿Cuál sorpresa desde entonces, al inventariar una lista casi interminable de ladrones y asesinos? Si algo asombra, pues, es el cardenismo y sus conquistas sociales, y a final de cuentas fue funcional para la familia revolucionaria, devenida en dictadura perfecta (insisto: no fue Vargas Llosa quien acunó el término).

La Mano Negra veracruzana liquidó a veinte mil campesinos a inicios de los 1930. Eso hizo posible la gubernatura con que se hizo Miguel Alemán cuando acribillaron al candidato que ganó las elecciones. Algunos de sus miembros recibieron como premio extra cargos públicos tras 1946.

¿Ye vio esa mañana las noticias internacionales? "El grupo local Lower Kootenay ha informado del hallazgo de 182 tumbas no identificadas en los terrenos de la antigua residencia escolar de St. Eugene Mission School, en el oeste de Canadá. Es el tercer descubrimiento de este tipo en las últimas cinco semanas en este país. Hasta el momento, se han encontrado más de 1.100 restos de menores indígenas."    

¿SIGUE?

   

    

 El once ideal

Este Un largo viaje quiere ser ahora cuaderno y no más blog donde apuntar. Si lo consigue -como si necesitara gran cosa para lograrlo, jeje...