Suelo afirmar que nuestra burguesía posrevolucionaria la creó el Estado con una industrialización a marchas forzadas cuyos grandes sostenes fueron antes expropiados o nacionalizados o reglamentados gubernamentalmente o se formaron con impulso o gestión del partido populista hegemónico: petroleo, ferrocarriles, electricidad, sindicatos y aparatos campesinos corporativizados.
Durante el porfiriato la oligarquía nativa estaba compuesta en su absoluta mayoría por un latifundismo poco productivo que, fuera de islotes, cedía al capital o los inversionistas extranjeros la industria y los sectores agroexportadores y financieros. ¿A continuación invirtieron un peso siquiera, vía impuestos, en el levantamiento de presas, carreteras, escuelas? Todo muy cómodo, sí.
No vimos operando el movimiento armado ni asomos de grandes empresarios, quienes aguardaron la rápida acumulación de la familia revolucionaria para sumarse al proyecto modernizador. Y medio siglo luego a los nuevos les costó nada asistir a una primera desistalación de las fábricas.
-¿Y YA?
-PUES ES UN RECORDATORIO NOMÁS, PARA DESPUÉS...