miércoles, 28 de julio de 2021

Laboratorio

México hoy es un laboratorio donde nada se queda quieto, entre millones de mujeres y hombres que lo trabajan según pueden, insinuando factibles cambios cuyo efecto, cumplidos o no, durará cien años o mil o mucho menos, según diga el continente revolviéndose a su vez a ritmos extraordinarios y la crisis civilizatoria alrededor, planeta arriba y abajo. 

¿Hay modo de recoger tal proceso? ¿A qué áreas, lugares, conglomerados, se debe acudir para medio entenderlo? ¿Y cómo: desde las grandes reflexiones, el día a día conforme demande, los impulsos arriba, abajo, en medio?

Pongamos un ejemplo cualquiera: la consulta popular sobre ex funcionarios. Sugerida en términos imprecisos por López Obrador, Morena no asume su reto como aparato, magistrados electorales y poder judicial se precaven contra ella, la opinión pública comprometida aprovecha para saltar al espacio militante y cuando nuestras izquierdas radicales creen formar un sólido frente opositor el EZLN propone alternativas para ir lejos usándola: "Consulta, el pasado que es presente" (https://www.jornada.com.mx/2021/07/27/opinion/017a1pol.) Mientras, los poderes fácticos... 

¿Con qué equiparar este proceso: el maderismo, los gobiernos populares siglo XXI?

¿Cómo era la oligarquía nacional en 1910? No sé, porque según yo y quitando puntuales regiones como Yucatán, donde pronto tras la Independencia surgió una burguesía nativa que usaba trabajo servil y esclavo, los grandes poderes económicos coloniales no tuvieron continuidad, o así parece.

"Liberalismo oligárquico", llaman algunos especialistas al porfiriano, relacionándolo con sectores que emergen durante la Reforma. Es parasitario, pues, concluyo por mi lado, haciéndose del Estado federal y local y tomando tierras expropiadas al Vaticano romano y criollo y a los pueblos, mientras dejan o propician que capitales extranjeros dominen las ramas de gran rentabilidad (minería, petróleos, ferrocarriles, agroexportación, industria textil, comercio mayor), a ratos mexicanizados (franceses y españoles, pongamos por caso).

Hablo no como un académico, sino en tanto visitante del pasado con preocupaciones sociales, que ahora inquiere a la historia buscando respuestas para los años 2020.  

No hay aquí rancias minorías cuyo dominio se hace sentir hace siglos, estilo Brasil, Centroamérica o los Andes, y nuestro protofascismo resulta entonces sobre todo posmoderno, con un ancestral sustento racista, claro, como en cualquier sitio.

Vaya desvío que tomo para preguntarme cuánto comparar la Cuarta Transformación con el gobierno de Francisco Indalecio, partiendo de una Revolución años mil novecientos sin igual en el continente, cuya culminación cardenista recuerda, apenas eso, al peronismo, único también.

¿Digo que estuvimos un siglo a solas? Hubo pensamiento boliviariano y por épocas el camino fue en compañía de venezolanos, peruanos, nicaragüenses y demás. ¿Pero cómo comparar con otros a la dictadura perfecta que sella su destino firmando el Tratado de Libre Comercio norteamericano? Hay tres mil doscientos kilómetros de frontera entre nosotros y el imperio. Échense ese trompo a la uña, según el dicho, hermanas y hermanos continentales. ¡Y treinta y seis millones de paisanas y paisanos viviendo del otro lado, con papeles o sin ellos!

SIGUE, OBLIGADAMENTE, CREO                

  

 El once ideal

Este Un largo viaje quiere ser ahora cuaderno y no más blog donde apuntar. Si lo consigue -como si necesitara gran cosa para lograrlo, jeje...