viernes, 2 de julio de 2021

Eterna No.9

Para Última función, que sigue feiscastigada.

Recostada sobre mis piernas contra un árbol del parque, Eterna No.9 trae a Ana en 1965 reconvertida con acentos que la realidad produjo después. 

Atardece, hicimos lo públicamente prohibido y alguien nos amonestó sin pruebas para entonces.

-Esto es algo más que una aventura -dice ella. 

-¿Me juras? -pienso y callo ahorrando palabras inútiles.

La conocí días atrás y como siempre en mis sueños de viejo con sus émulas, lo mejor vino cuando no parecía y resultaba forzoso: casi al despedirnos. Esta vez el grupo se reducía a cinco y repetimos la escena, cuya variante era atrevida, porque mi pareja elegida desde y para siempre, así solo podía caerse en cuenta hasta el encuentro fortuito, tenía relaciones inusitadas con otro. Les quedaba una noche, que nuestras dos amigas restantes propondrían como absurdo, simpático trío conmigo, según Eterna adelantó al llevarme aparte.

-¿Te preocupa? -preguntó sin necesidad, mientras sonreía. 

Hablaba del paquete completo: ellos, nosotros tres. Desde luego no respondí, conforme sugerían los sueños anteriores.

La mañana siguiente, con apenas tiempo antes de marchar, me llevó adonde consumaríamos brevemente el acuerdo.

Salto un entrañable momento luego para ubicarnos en el departamento que yo compartía.

¿Demasiado sexo en la historia? Pregunten a los recuerdos cuya obra se reduce a sugerirlo, pues todo ha de ser nuevo. Esa tarde en el parque, por ejemplo, no importa cuánto haya ocupado uno con Ana, a quien le sobrarían los diálogos.             

 

 El once ideal

Este Un largo viaje quiere ser ahora cuaderno y no más blog donde apuntar. Si lo consigue -como si necesitara gran cosa para lograrlo, jeje...