En los Cuadernos, Ecatepec es el Santo Lugar.
Ese que se volvió un municipio único por su número de habitantes -el mexicano más poblado- para los años 2000 tenía la mayor tasa mundial en feminicidios. Sobraban razones y entre ellas, creo, que sus jóvenes mujeres pertenecían a generaciones arrojadas, con formación académica y política, cuyo espíritu quedaba resumido en un grito al cual aludo insistentemente: ¡Queremos todo!
Alenté no sé cuántos proyectos que el avance de la 4T desdibujaban, para terminar rindiéndome.
Ahora debo volver.
-¿A los setenta y cuatro años? -pregunta alguien.
-Y después de muerto -respondo a lo Mero. -¿No sepultaron a mi abuelo en 1950 y aquí sigue, dando lata por el mundo entero?
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