domingo, 23 de mayo de 2021

La Casa del Horror y los periodistas

 Cinco semanas me tomó este libro que nadie más quería hacer, acompañando la presentación del caso ante la Corte Internacional Contra la Tortura. Julio César era el estudiante cuyo cuerpo desollado en vida apareció tras nuestra Noche de Iguala.

Ni perdón ni olvido
Esa portada resultaba injusta y necesaria, digamos, y se corregía en la cuarta de forros dando crédito a los textos que incluí, a veces sin consultar a sus autores. 

-Aprovecha -dijeron. 

No soy un vividor y luego de unas cien presentaciones para visibilizar el caso olvidé tratar más la cuestión. 

Abonó, sí, para que continuara La casa del horror, que inicia con lo siguiente:

Regresando de una charla sobre el tema, en Jiutepec, Morelos, pienso: 
Vivimos un narco Estado, dicen; y una narco sociedad, debe agregarse simplificando. Gran parte de la población nacional sabe quiénes pertenecen al crimen organizado, calla los actos de corrupción alrededor y tal vez conoce el rostro y hasta el nombre de los secuestradores de los niños y las mujeres cuyas fotos circulan por la internet, o el de los violadores y feminicidas.

Un psicoanalista opina que sus colegas han equivocado el punto de arranque sobre los torturadores. No son seres a-sociales, dice. Entonces tampoco quien corta cabezas y demás. ¿La realidad se volvió de revés?
Poco después un mismo día aparecen dos noticias sobre el estado de Tamaulipas. En Tampico una niña de siete años es atacada por varios compañeritos. “Jugábamos a la violación”, dicen ellos. La madre denuncia y la maestra contesta: ella “tenía algo de culpa por ser la más bonita y coqueta del salón”.
Un poco al norte, en Reinosa, el gobernador tamaulipeco “inaugura calle en honor a fundador del Cártel del Golfo”.
Mi acompañante a la charla tiene dos hijas muy jóvenes. Vive en Jiutepec y tiene una idea detallada de cómo las mafias controlan todo alrededor. Detengo su animada plática sobre tesoros escondidos en los montes cercanos.
-¿Quién asesinaría al luchador social que encontraron esta mañana? -le pregunto
-Tales y cuales -responde.
-¿Escuchó la balacera anoche? Duró media hora.
-Y fue graneada. Llevan meses. Son...
-¿Cómo le hace con sus muchachas para cuidarlas? 
-Nada. Ellas saben adonde y cuando ir. 
Y continúa sus historias de extravagante gambusino cuyas criaturas un día cualquiera...

Desprecié siempre el oficio de periodista. Tenía sobrados motivos habiendo vivido la dictadura perfecta y el neoliberalismo mexicano, ¿no?, y un trabajo sobre nuestra prensa posrevolucionaria me confirmó: diarios y revistas viven del poder y lo validan. 

Cada generación tuvo su negrito en el arroz, desde luego, que celebrábamos: Por esto, Excélsior de Julio Sherer, Unomásuno, Proceso, México en la cultura, La Jornada... 

Quien vivía en el interior del país esperaba diariamente la llegada de los "periódicos nacionales" para tener siquiera algunas noticias y comentarios fidedignos, también sobre la localidad, claro, pues en nuestros estados el control era todavía más férreo.

Registré aquéllas notas de Tamaulipas sin que pudiera penetrarse aún en el descaro secular hoy al fin motivo para que desafueren a su gobernador, aunque otros dos anteriores hayan sido encarcelados o perseguidos por Estados Unidos.

La ola que en 2018 echó al partido por cien años hegemónico y a sus corifeos, permite tener un gremio del cual sentirse orgulloso aquí y allá. El apabullante resto continúa chupando la vieja chichi, le guste o no.         

 

F:jJf-

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

       

 

 El once ideal

Este Un largo viaje quiere ser ahora cuaderno y no más blog donde apuntar. Si lo consigue -como si necesitara gran cosa para lograrlo, jeje...