Se llaman Alina, Canela, Taroa, Nela, y a solas o con invitados nos guían por América, sin faltar desde luego los Estados Unidos.
Militantes políticas y sociales a veces dedicadas al periodismo, representan lo mejor del continente que busca el futuro. No es casual que sean mujeres jóvenes. Escucho en ellas la consigna de una histórica huelga: Queremos todo.
Lo hacen entre sonrisas, con la confianza adquirida en las calles donde nuestros pueblos revalúan sus luchas, criticando del pasado propio cuanto se necesite.
Gracias a ellas, Bolivia, Ecuador, Chile, la mismísima sede del imperio, el empuje migratorio centroamericano, etcétera, no representan ya para nosotros un eco distante.
Seremos juntas y juntos, dicen con palabras y actos, presididos por las organizaciones indígenas y el feminismo de clase, y en estos precisos días tienen un nombre cosido a la boca: Colombia.