domingo, 31 de octubre de 2021

Por ejemplo, Atila. O el cumbiero grupo Cañaveral

 Cuando la academia trabaja, hasta una cierta pedantería se tolera.

Aunque, como ya vimos, a buenos ratos es amable.

¿Dónde quedaron los lugares comunes?
-Mete bien la cabeza, anda -pide donde hace debidamente su tarea. 

Mientras, los youtubers conquistan multitudes también vulgarizando el conocimiento -no pondré ejemplos, por sobrados.

¿Increíble que hasta con lo más deleznable pueda aprenderse? No, claro.



Cañaveral nace en 1995, discos Orfeón le apoya  y Televisa aprovecha. Ambas empresas coinciden en los orígenes, a fines del porfiriato: los Azcárraga. 

Hay que batirse con mierda para sacar partido a eso. Hagámoslo un rato entre grandes historias, como el origen de la cumbia sobre la costa noratlántica colombiana (https://scielo.conicyt.cl/pdf/rmusic/v70n226/art02.pdf; https://repositorio.itm.edu.co/bitstream/handle/20.500.12622/1988/EL%20LIBRO%20DE%20LA%20CUMBIA...pdf?sequence=1&isAllowed=y, etc., etc.). 

Para quienes renunciamos a las salas universitarias apenas asomarnos a ella, el camino sigue siendo arduo y peligroso, pues a cada tramo debe renunciarse al dinero fácil. Como este que gano ahora solo para demostración que "los viejos los cerros y reverdecen" y podría ser ahondar en el México siglo XX y XXI desde donde nuestros catedráticos ni imaginan:

La Cumbia, cuyo nombre viene quizá de "baile de negros" o "escandalizar" o “tambores”, nació en
Colombia dos, tres siglos atrás o más, y en México era conocida desde los años 1940, cuando los
ritmos afroantillanos causaban furor entre nosotros.
Aparecieron grupos mexicanos que le daban un toque propio, a veces con gran éxito no solo de
público sino también puramente musical, dándose a conocer en otros países. Pero no fue sino
hasta 1995 cuando artistas colombianos se instalaron aquí para romper records. Los comandaba
Humberto Pabón Olivares, un percusionista y vocalista que dio forma al conjunto Cañaveral con
apoyo de Discos Orfeón. 

Cañaveral, mercados internacionales, intimidades musicales
Se vive entonces una intensa internacionalización de los mercados musicales, que se refleja
en los medios electrónicos, y Humberto Pavón y su gente pronto dan giras por Estados
Unidos y algunos países latinoamericanos.
· Llevan con ellos un tesoro de percusiones y giros rítmicos que Colombia descuida y
pueden atraer así a sectores populares ávidos de expresiones que les permitan recrear
nuevas experiencias vivenciales, reivindicandose con ellas.
Las y los mexicanos que llevan décadas cruzando las fronteras de la Unión Americana,
como parte de un fenómeno cada vez más extendido también por el centro y sur del
continente.
Sus letras e innovaciones instrumentales, permiten a Cañaveral presentar composiones que
pueden competir con géneros tan exitosos como el reegueton.
Contribuye a ello los aportes de los grupos mexicanos, con sus variadas, propias
contribuciones.
Cañaveral puede de esa manera reclamar un lugar personal.
BUSCAR MÁS SOBRE LO QUE APORTA. CAÑAVERAL.
La frescura y el impetu juvenil de los hijos del mismo don Humberto: los nombres de ellos.
Hay en ellos un nuevo empuje, empezando ya con sus voces y juventud.

Pregunto a mi compañero laboral si hay problema en airear a las televisoras sin cuya participación Cañaveral habría sido nada, espero uno respuesta negativa. Porque Telerisa y Discos Orfeón tienen un origen común en el porfiriato: la familia Azcárraga.

 

 

 
 

 

 

 

 
 

 

miércoles, 20 de octubre de 2021

Una lista de reproducción del Mr.

 Es para mí, no sé por qué lo comparto, jjj.


Le echó pantalones requinteando con ese man, jeje.




 





-0-

Extra: Traveling Wilburys, con el Mr., claro.





lunes, 18 de octubre de 2021

La Última Gira, nueva etapa

 


 

Continuamos con la primera emisión de América en Crisis, espacio virtual que se trasmitió durante ocho meses.


 

 
 

La última gira, que será la primera. 2015

 


Con una sencilla representación escenográfica, cuatro o cinco leen textos o fragmentos.
Empezamos en el parque de San Álvaro, en Azcapozalco, invitados por la organización vecinal, y toca ahora un espacio cerrado de la colonia Guerrero, también gracias a las vecinas y vecinos con larga historia de lucha. 
Luego agarraremos hacia Iztapalapa, a un centro cultural alternativo. Sigue un sindicato autónomo todavía por decidir, y después donde vaya cayendo. 
Somos los que ven y muchos más, empezando por ustedes mismos. Aquí no hay arriba y abajo, quienes sólo hablan y quienes sólo escuchan. Juntos todas y todos, en ese orden no por deferencia a las mujeres sino porque hoy su lugar está al frente, siempre al frente, cuando de luchar se trata.
Venimos de los cuatro rumbos de la ciudad, de la ciudad y no del Distrito Federal, falsa separación que sirve a los que eternamente se aprovechan. Representamos a varias edades y sectores populares, y nos faltan no pocos o apenitas tenemos algo de ellos, como las niñas y los niños, antes que nadie.
La última gira, decimos, y en realidad es la primera, la que acompaña el comienzo de una nueva utopía, nos da por creer, juntos, ustedes y nosotras y nosotros.
Que siga la función, pues.


Viñeta egoista
Nadia
Hay una gran cantidad de gente en el salón que parece ser una carpa de color blanco, hay muchos, demasiados rostros conocidos y los demás son no sólo desconocidos sino muy extraños, es decir no parecen reales, son como personajes sacados de un comic de factura oriental, no manga no, más bien del oriente medio en dónde los personajes judíos parecen siempre “Pedro el Malo”… racista el sueño, pienso ahora mientras lo recuerdo.
No sé bien si fueron los arrimones los que me despertaron, más parece que no que fue alguna otra cosa la que me saco de la carpa blanca y él al sentirme despierta reclama inmediatamente el territorio que noche a noche le escabullo mientras dormimos. Sus manos buscan mis pechos ciegos a ciegas mientras aprieta su pelvis contra mis nalgas frías, está dormido, pero mi cuerpo responde a sus movimientos con estremecimientos y la humedad primera.
Anoche llegamos molidos y trabajamos hasta las 2 am en el virtual mundo de los hexadecimales, es una crueldad despertarlo a las 5 am porque tengo ganas. Igual busco su oído para suplicar -¿me la metes tantito?-.
Gruñe mientras a jalones se despoja de los boxers y empuña su falo apuntando el rígido pedazo de cielo a mí ya muy mojada entrada. Dice algo que ya no alcanzo a entender o ya no me importa entender pues ya está adentro y todos mis sentidos están puestos muy por debajo de mis orejas, devotos todos a la tarea de estrujarlo y devorarlo con la boca más voraz que poseo.
Después de mi primer agudo descalabro que me deja estremeciéndome sobre la almohada y boqueando por aire, las caricias se hacen más suaves para dar tiempo a la recuperación del sentido y el tacto – ¿me llevas al baño tantito? Me dice suavecito.
No, lastimosamente he de decepcionar aquí y no es una perversa y vertiginosa parafilia la que nos lleva al baño. Es simplemente una práctica previsión.
De pie en la ducha y sin mediar palabra me posee del todo con toda la fuerza y la entrega de amantes nuevos, como si mi concha no se hubiera abierto, florecido mil y un veces para él en claros chorros de agua cristalina que estallan con gritos para evitar que mi cuerpo entero se desintegre. Es como una gengidama alojada en el bajo vientre que contiene y atrae toda la fuerza de gravedad y que con los bombeos inclementes va reconcentrándose en un pesado agujero negro que amenaza con llevarse mi vida en estertores y flujos.
Al fin todo estalla en blanco y el sonido y el movimiento no existen por un eterno segundo de desgarrado grito mudo.
Al despertar de la explosión y muerte vuelvo a sentir.
La pared de azulejos verdes y fríos en mi espalda.
El bombeo de su cuerpo contra el mío/en l mío.
Mis piernas tensas y empapadas.
El suelo que se ha vuelto resbaloso.
Su pelo entre mis dedos.

Kuykendal
Virikota
Sábado 25 de enero, 2013, las sabanas cobijaban mis sueños, la tonada repetitiva de mi celular me despertó, me negaba a contestar, pero la insistencia era preocupante. Llamaban Prime y Brenda.
Recordé que en la última visita se quejaba mucho, le costaba respirar, se encontraba muy mal. Mi primer pensamiento fue “Seguramente falleció”. Me estremecí y con rapidez salte de la cama; llamé a Brenda, me peguntó
-¿Sí falleció? Eso dicen en las redes sociales.
No pude responder. El nudo en la garganta y el dolor en el pecho no me permitían hablar.
-No sé, deja le llamo a Eva-. -Marque y me respondió que se encontraba en el hospital, el cuerpo aún no se lo entregaban, me invito a ir a despedirme.
Quede atónita y le confirme a Brenda la noticia.
Levanté a mi amigo “Che” y llamé a Lily para organizarnos para ir a ver a Eva.
Nos encontramos en un metro de la línea 8, caminamos, decidimos a desayunar en un mercado después de la visita. El antojo era birria.
Eva, tranquila, nos informa que falleció por paro respiratorio gracias a la pulmonía que desarrolló y provocaba el dolor y la tos intensa, pesé a que los medios aseguraban que por los medicamentos, no había dolor.
Un año se encontró postrado, su cuerpo tomo la posición de feto, perdió todo músculo y grasa, algunas llagas en el cuerpo intensificaban los cuidados en los nosocomios constantemente socorridos.
Éramos pocos y ya casi daban las diez de la mañana. Preocupada por su cargador, Eva nos pide comprar uno.
A nuestro regreso la llaman del ministerio público, uno que esta cerquita del metro Santa Anita. El auto no enciende, nos grita y abordamos un taxi.
Ahora sólo éramos cuatro, entramos. Un tipo de bigote sucio nos atiende:
–¿Usted es su esposa?
Eva responde:
-Sí.
-Necesito copias, su declaración y un testigo –dice el hostil funcionario.
La declaración fue larga y los papeles del hospital los entregaron mal los médicos. Pasa el tiempo, tiempo perdido. Mientras tanto Eva, nerviosa, vuelve a revivir todo. El primero de diciembre del 2012 golpearon en la cabeza a Kuy – así le decíamos todos-. Exposición de masa encefálica, en ese momento sin que supiéramos, pierde todos los sentidos.
Soy la testigo y voy recordando cuando lo conocí, compañero de “la Sexta”. Su decadencia corporal es lo que más fijo en mi memoria. Ya no hablaba, no comía por sí solo, y la pregunta viene a mi cabeza: ¿Luchar conlleva estar postrado en la cama?
El tiempo sigue avanzando, ya es de noche, nos entregan el cuerpo, no sin antes identificarlo en la morge. Su cuerpo ahí, pequeño frio, despertaba el coraje. Era Juan Francisco Kuykendal Leal, falleció en manos del Estado, un compañero, un maestro.
La carroza de manera torpe lo traslada al SEMEFO, los compañeros mientras esperan anciosos en la funeraria su llegada.
Eva está cansada, nos hacemos cargo de todo, la vuelven a llamar para declarar y la secretaria no cree lo que escucha, cambia inmediatamente su actitud, es más amable.
4 am aproximadamente, estamos cansados-
5 am, nos entregan el cuerpo, vamos a la funeraria.
Lo arreglan, le ponen sus paliacate y su hupil, tratan de disimular el rostro de dolor, ya esta con sus compañeros. El dolor se mitiga al compas de las jaranas.
La madrugada es de ellos y ellas despidiéndose.
Cuelgan una bandera zapatista en su ataúd.
En la mañana lo enterramos, una marcha lo acompaña, consignas, canciones y palabras de dolor y rabia lo despiden.
Veo caer la tierra y vuelvo a preguntarme ¿luchar significa ser asesinado?



El “Tony Curtis” de la Guerrero
Una Historia Verdadera
Aristeo Téllez
Tenía la mirada perdida y sin brillo, propia de quien estaba hace del alcohol  parte de su vida, de su historia…
Su rostro no exhibía cicatrices físicas, sino a un hombre descuidado, fachoso, sin aseo  personal, tirado en la esquina de la calle Estrella y Héroes, cerca de la pulquería “La Consentida”, por donde deambulaban hombres y mujeres que hacían del pulque el elixir de su mísera existencia. Ahí, en esa esquina, Antonio mejor conocido en la Guerrero como el “Tony Curtis”, yacía durmiendo la embriaguez. A pesar de todo, se recuperaba, como dicen en el barrio. Cuando se alivianaba, se bañaba, se arreglaba, era un buen mozo que hablaba, conversaba, seducía y su voz se escuchaba en el salón “Los Ángeles”, de donde era un asiduo si se encontraba en sus cinco sentidos. Los ojos azules y el buen perfil le daban un parecido extraordinario al galán Hollywoodense Tony Curtis, y con este parecido evocaba la época que le toco vivir.
En esos días la Colonia Guerrero se encontraba infestada de entros nocturnos en los que florecía la prostitución –que, por cierto, hoy no sé si por la crisis o por la corrupción, vuelve a infestar nuestras calles, sobre todo en Buena Vista, Puente de Alvarado y Zaragoza hasta en el Eje Guerrero. Lo más extraño es que precisamente casi enfrente de la Delegación Cuauhtémoc está naciendo una nueva zona de tolerancia –nuestro buen amigo Antonio de haber querido hubiera sido un verdadero padrote pero nunca le gusto ese estilo de vida.
Era un excelente futbolista  que hizo pruebas en equipos de primera división pero su talento se perdió por sus problemas con el alcohol. Tenía carisma, le caía muy bien a la gente, y así fue como en una fiesta a la que lo había invitado un amigo, conoció a Esteban, un alto funcionario de PEMEX , el cual quedo impactado por la galanura de nuestro amigo. Empezó una bonita amistad entre ambos, que termino, dicen las malas lenguas, en un romance entre ambos. Probablemente fue cierto, ya que de la noche a la mañana nuestro amigo consiguió empleo en esta paraestatal, estrenó carro del año y se empezó a vestir con ropa de marca. Se olvido del alcohol por un tiempo, empezó a asistir con mayor frecuencia al salón Los Ángeles, a salir con mujeres, se hizo novio de una señora de la calle de Estrella, volvió a caer en el vicio pero no lo corrían de su trabajo pues tenía un buen respaldo. 
En una ocasión presencié un acontecimiento chusco. El buen Antonio se ponía muy malo de las crudas, tenían que llevar a un doctor para que le pusieran suero, estaba viviendo con la señora de la calle de Estrella que le daba albergue en su embriaguez, cuando de repente llego Esteban con sus guaruras y trato de llevárselo pero la señora lo jalaba de un lado y esteban del otro lado, como si fuera un guiñapo ambos se peleaban por él .
“Quien no conoce los Ángeles no conoce México, reza el eslogan. Hoy Antonio es jubilado de PEMEX, tiene una buena pensión, se juntó con una de sus tantas novias y tuvo un hijo, vive con ellos, entró a un tratamiento que lo alejó para siempre del alcohol. Del buen Esteban nunca se volvió a saber, al parecer ya falleció. Ahora sí que nuestro amigo, después de ser un teporocho que se quedaba tirado en la calles, recompuso su existencia. Le paso como reza el coro de la canción Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas

Todos somos comunistas hasta que hace un chingo de frío
Itzia G. Rivera
Se convocó a una movilización, no recuerdo bien qué día, pero está en las noticias. –Oigan compas, ¿quién irá a la marcha? ¡Vamos!- les decía a lxs vatos que estaban en el espacio estudiantil de la ESE; unxs se hacían weyes y otrxs me decían que que hueva. Decidí irme sola, ya qué. Pero al final, sí fuimos tres compas. Nos fuimos en metro, no sabíamos dónde estaba el contingente, nos bajamos en linda vista, caminamos y entramos a Zacatenco, hasta después de media hora quizá, llegamos a nuestro destino: Dirección General. Había aproximadamente 300 compas… entre lxs compas de vocacionales, ESIME, ESIA, ESFM, etc. Busqué al contingente de Economía, que por cierto, no eran tantos como se esperaba. Había una cadena humana resguardando la entrada con el fin de que no rompieran la puerta de vidrio, hacía calor, estaba cansada y tenía mucha sed pero eso no me impidió unirme a la cadena y ver a las personas que estaban dentro de DG mirándonos, tomando fotos y videos con sus celulares. Algunos con cara de: “¿Y ahora qué quieren?” . Por fuera, se exigía la presencia del director general para así poder entablar un diálogo con él, ya que el cumplimiento de los pliegos petitorios de las escuelas se estaba tardando demasiado. Nos pidieron 15 minutos de tolerancia y nada, media hora… cuarenta minutos. Comenzamos a pegar carteles en la puerta. –Itzia, ¿no traes un plumón, para escribir en más cartulinas?- me preguntó un compañero de la ESE, -Pues, no…¡Ah! Pero traigo un lápiz labial, ¿servirá? ¡Chingue su madre, a ver si sí aguanta!- en las puertas: “DISCULPE LAS MOLESTIAS, ESTAMOS DEMOCRATIZANDO AL IPN; #QUESEVAYANTODOS” entre risas y comentarios, seguíamos esperando la respuesta del director.
Después de un rato, vi del otro lado de la puerta -adentro de DG- a unxs compas haciendo señas de que se podía entrar por el estacionamiento.
-¡Órale compas, córranle! Entramos a buscar al director como si se tratara de un juego, como si al encontrarlo nos fueran a dar un premio o algo así. Entre consignas y porras escuché: -Pues ni pedo, en AGP se acordó que si no nos hacían caso, vamos a tomar instalaciones- Y dicho y hecho, se nos entregaron las instalaciones como a eso de las 18:00. No fue necesario decir nada para lo de la organización, pues, ya se había vivido la experiencia de un paro de casi tres meses. –“De éste lado la comisión de víveres, de éste otro la de finanzas y acá seguridad”- Todxs regresaron a sus escuelas por lo que había quedado del paro pasado, cobijas, almohadas, libros, comida enlatada… yo tenía un chingo de tarea, pero me valió. Me valió que al día siguiente entrara a las 7:00 am me puse a pensar en las consecuencias y para mí fue una experiencia única. Ya que, en el paro sí asistía a una que otra asamblea, leía noticias, me informaba y trataba de participar de cierta manera, pero nunca me había quedado a cuidar instalaciones o ver esas asambleas que duran horas y horas. Fue hermoso. El rincón de Economía, estaba en un “buen lugar” digo, al menos no nos entraba tanto aire como a otrxs. Como a las tres de la mañana, lxs compas decidimos descansar un poco después de tanto desmadre; -“Wey, pásame más cobijas el suelo está bien pinche congelado”- (el piso es de mármol) -“Jajaja, nel por eso yo aparté la mía”- “Pues, chinga tu madre, entonces”- -Entre risas, y cantando “No tengo tiempo de Rodrigo Gonzáles” se escuchó: “Todxs en un paro somos comunistas, hasta que hace frío”.

Las Pasitas
Rogelio Caballero
Cursábamos, mi hermano Virgilio y yo, el sexto grado de primaria en la escuela Estado de Nuevo León, cuando nos enteramos que había una empacadora de pasitas en la esquina de Tebas y Nilo, en la que aceptaban niños a trabajar. Si bien es cierto, en casa teníamos lo necesario, como niños deseábamos algo más para algunos gustos. Así informados un día al término del horario de clases nos dirigimos al domicilio de la empacadora de pasitas, por cierto se encontraba a cuatro cuadras de nuestra escuela.
Tocamos el timbre. Abrió la puerta una muchacha, guapetona pero mal encarada, y de mala manera preguntó qué deseábamos. Le expresé queríamos trabajar al terminar el horario de clases y sin más trámite indicó nos presentáramos al día siguiente. Llegando a casa informamos a nuestra madre lo que habíamos hecho y nos dio su permiso sin enterar a mi padre porque él se opondría pues indicaba nos dedicáramos solamente a estudiar.
Al siguiente día, muy emocionados y nerviosos nos presentamos a la Empacadora de Pasitas California. Nos recibió la misma muchacha, nos dijo su nombre, señorita Adela, y nos condujo a lo que debería ser la cochera, un sitio de aproximadamente treinta metros cuadrados, dónde recargadas a la pared se encontraban sentadas en el suelo más de veinte personas, la mayoría mujeres, dos hombres y dos niñas y un niño. Tenían sobre sus piernas una caja de cartón de la cual sacaban puños de pasitas y las introducían en una pequeña cajita de no mas de 10 x 5 cm.
Se pagaba “a destajo” o sea, según lo que hiciéramos. La cuota, el millar de cajitas llenas a 2.50 pesos, y si se habían armado y pegado, 1.00 peso más. En el proceso de llenado se trabajaba una caja grande que contenía un poco más de 14 kgs. El producto debía llenarse de miel, imagínense lo difícil de la tarea en esa pequeña cajita. Tal labor se realizaba en mínimo dos días de jornada de entre diez y doce horas. Además trabajábamos sentados en el suelo; si había alguna silla o banco era llevada por el empleado. Se utilizaba sólo una mesa grande, para después de llenado el millar de cajitas empaquetarlas en número de cincuenta, primero con papel encerado y después con papel de estraza. Veinte paquetes cada uno con cincuenta cajitas de pasitas California.
Nos empezamos a relacionar con las y los demás compañeros y compañeras, estableciendo mucha camaradería. La mayoría no tenía estudios, algunas mal sabían leer y escribir. Los instruidos éramos Virgilio y yo. Con un grupo de señoras platicábamos más, como Salomé, que vivía en la calle de Sánchez Trujillo casi esquina con la calle Libertad, donde se encontraba la tienda La Reina, que atendía don “Baldo”. Esta señora, Salomé, era mamá de Ana, una niña de nuestra edad, y de Nacho, un poco menor y de una niña más chica, a la que me acuerdo le decían la Gorda. Ellos acudían a las “pasitas” con su mamá.
Estaban también la señora Sofía, muy seria pero amable, como de unos cuarenta años, y la Güera, una muchacha como de veintidós o veintitrés años, madre soltera de una pequeña de unos tres años a la que llevaba con ella al trabajo.
Y así transcurrían nuestros días entre ir a la escuela y nuestra adaptación al trabajo en las pasitas. La relación que establecíamos con las compañeras y compañeros se fue haciendo cada vez mayor, escuchando las experiencias de vida de ellas y ellos y las nuestras en la casa y en la escuela. En las pláticas tocábamos el tema del trabajo tan laborioso y la diferencia en el pago. De esto comentamos algunos aspectos del Artículo 123 de nuestra Constitución.
Debo mencionar que nosotros ya la conocíamos gracias a Mercedes Vargas Bravo, excelente ser humano y magnífica maestra; de ella y nuestra herencia familiar se forjó nuestro amor al magisterio.
En fin, con las compañeras y compañeros la información y la curiosidad siguieron en aumento. Les hicimos saber que en el Artículo 123 se establece el derecho a un salario justo y digno, que debían registrarnos al Seguro Social, darnos reparto de utilidades, etcétera.
-¿Qué podemos hacer para obtener den todo eso? -fue la obligada pregunta.
-Hacer uso de otro derecho: el de huelga!
-¿Y eso cómo se hace?
Comentamos que teníamos que definir qué es lo que queríamos y de acuerdo con ello hacer un pliego de peticiones, el cual le presentaríamos al patrón, para esperar su respuesta. Con lo platicado y acordado, nos llevamos, mi hermano y yo, la tarea de escribir el pliego de peticiones. Después de dárselos a conocer a los demás se decidiría el día para presentarlo a los patrones y quién lo haría. Entre mi hermano y yo, platicando sobre este asunto, con mucho nerviosismo comentábamos, ¡Nos van a correr!

los punks keneddys: entre el pogo y el slam

Kiko


Era un sábado, lo recuerdo bien, por la tarde llego el Chuy y su pandilla, tocaron a la puerta y comenzaron a meter el equipo que traían en una camiona; bataca, las liras, bajo, los amplis y bafles. Mis jefes les dieron chance de abrir el zaguán del kanton.

Acomodaron los instrumento y sobres, a darle, se pusieron a tokar, eran los M-19, recuerdo que se echaron una rola, la de sucio policía (después supe que era un fusil, era de Narcosis una banda peruana).
Fiesta sorpresa, le festejaban los 15 a mi carnala, no había varo, nada de vals, ni vestido, ni botana, solo el ruido del M-19; iniciativa de la pandilla punk.
Mi jefe se paró en la banqueta de enfrente, me dijo: “Puro pinche ruido y pelos parados”, y se reía.
El Kabugui, un cuate del salón de mi carnala de la secu le cayó también, al día siguiente se llevó el equipo a su kanton. En casa estuvo haciendo un pogo extraño, se movía para todos lados como si imitara una danza indígena, la danza de la lluvia, traía una moikana y pantalón a cuadros rojos y azules, estilo escoces.
Me entere que se llevó el equipo muy tarde, como a eso de las 9 de la noche, y me lancé tendido a su kanton en la Estrella, a una calle pasando la Mercurio donde hicimos unos murales algunos años después (aún se conservan las famosas botas) y nos juntaríamos los vomitados.
En el Camino me decian que ya no alcancé el tokin, que ya había tocado el Masacre 68 y el Especimen con el Ganso en la voz, en la azotea de casa del kabugui, y que hicieron slam. Los vecinos dirían siempre que era danza india, hasta que se popularizo. Mi karnalillo el Meño estuvo allí cotorreando con la pandilla, llegué tarde y no les alcance. Todo por acompañar a los jefes no recuerdo a que pinche lado.
Era tal vez 1986. Después ese barrio, la Estrella se convertirá en el centro de gravedad del movimiento punk, durante una década cuando menos. Algunos más optimistas dicen que más bien durante veinte años y no sólo de Ecatepunk, sino del valle de México todo. Y cuando digo punk me refiero al punk del hazlo tú mismo, al punk anarquizante, que empezó a caminar por la senda de la anarquía sin saber con precisión que era, hasta elaborar un anarquismo propio, sin conocer al anarquismo clásico.
El Kabugui, vocalista del Epidemia, y el Kako, guitarro de causa Pérdida, hoy Zona Roja (ahora batako), serán los principales promotores de los punk kennedys.



43
Cecilia Rejón Baz
¿Qué sentirías, Cecilia, si cuando vas llegando a casa escuchas a los muchachos del barrio hablar a gritos? ¿Cómo te duele que los gritos sean por los 43? ¿Cómo explicarle al mundo que esos gritos no son lo que esperabas? ¿Qué le dirás a tus hermanos, a tu madre, a tus prospectos de sobrinos? ¿A tu perro...?
Son gritos a voz en cuello, de chicos que se divierten, que toman alcohol, que posiblemente utilicen drogas. Son gritos de animadversión, de coraje, desde dentro: -¡Qué, plátano, te vamos a quemar como a los estudiantes! Jajajaja -se escucha que ríen, felices con la ocurrencia.
Quisiera regresar y decirles, con toda paciencia que… qué se yo, decirles amablemente que vayan de puntitas a chingar a su madre. No lo hago por prudencia, porque vivo sola y son mis vecinos desde hace un tiempo ya, los escucho beber, alardear, sus voces forman parte del cotidiano de esta unidad, son eso, tan sólo muchachos.
Sí, son muchachos, posiblemente de la misma edad que nuestros 43. Pero son muy distintos, no van a la escuela y si trabajan lo hacen para pagar sus vicios. No sé cómo se llaman, desconozco a qué escuela fueron, no entiendo de verdad, no los entiendo. Son los mismos que hacen llorar a mis perros cuando truenan cuetes, son los mismos de cada 28, los de San Juditas, los de fin de año, los mismos, igual de desheredados que yo y que muchos.
Al igual que hace veinte años me gustaría decirles lo mismo, aquello de “aquí estamos, no nos rendimos” etcétera. Pero ni ellos saben quién soy ni yo tengo la misma prestancia de ánimo que aquella niña de 20.No lo digo pero lo pienso una y otra vez: ¡Qué maldita rabia! ¡Qué impotencia siento! Me gustaría estar allá y no aquí. Me encantaría conocer, abrazar, intentar consolar a los padres, me gustarían tantas cosas.
Pero aquí sigo: “consternada, rabiosa” pensando en que tal vez me anime a organizar una conferencia en el trabajo, una pequeña reunión para concientizarnos, para escucharnos y quizás llegar a algún acuerdo. Es poco pero se puede hacer. En mi chamba se puede porque somos muchos que nos sentimos prácticamente igual eso más la incertidumbre de lo que puede pasar con nuestro trabajo, con nuestra fuente de ingresos, con nuestras vidas.
Sí, me digo, eso vamos a hacer, pero volviendo al punto, lanzo la pregunta: ¿Qué se puede hacer con los muchachos de mi unidad? ¿Cómo hacerle si no escuchan, si ven televisa, si le van al América, si son testarudos y malvivientes? ¿Qué les decimos o cómo hacemos?
Y repito: ¿Qué sentirías, Cecilia, si cuando vas llegando a casa escuchas a los muchachos del barrio hablar a gritos? ¿Cómo te duele que los gritos sean por los 43? ¿Cómo explicarle al mundo que esos gritos no son lo que esperabas? ¿Qué le dirás a tus hermanos, a tu madre, a tus prospectos de sobrinos? ¿A tu perro?
 Desde Iztapalapa con cariño.




¿Qué chingaos quieren estos pendejos?
Rodrigo Córdova

Iba llegando presuroso al camión que va directo a la ESIA Tecamachalco que sale en el paradero de Tacuba. Un lugar hediondo, mugriento, peligroso y feo en todos los sentidos, cuando para mi sorpresa ya no salían autobuses que se dirigieran hasta allá por una marcha de quien sabe quién y solo llegaban hasta Periférico. ¡Chingada madre y el día de mi examen!. -¿A qué hora era para lo de la marcha?-, me preguntó una compañera como a las 9 de la mañana enfrente de la papelería de la escuela, le dije que era a las 12:30 en Popotla, para ya unirnos al contingente a la 1 en Normal. Apareció una compañera en la parada justo cuando el camión comenzó a avanzar. Le hice señas para que subiera rápidamente antes de que tomara velocidad pero prefirió mentarme la madre simbólicamente a apresurarse todavía más. El interior del microbús lucía extraño, solo un par de estudiantes más que yo, y no lo sabía porque los reconociera, sino por su facha: un portaplanos en un hombro y una mochila en el otro, “estos dementes también van a caminar desde Periférico hasta allá, están igual de locos que yo” pensé. Qué más daba, era la única opción. -¿Por qué tan tarde?-, le recriminé a uno. Sólo pidió disculpas y nos desplazamos en metro a Normal. Únicamente fueron quince minutos en su tardanza. Mas en ese tiempo un amigo y yo vimos desabordar de los vagones al menos tres contingentes diferentes, de por lo menos cincuenta personas cada uno, al parecer, uno de la Superior de Turismo. Saliendo del metro otro colega nos advirtió que un primer contingente de nuestra Superior ya había avanzado pero que debíamos esperar a más “weyes”. Para mi sorpresa arribaron un estimado de 150 personas. Al cuarto para las dos, homogenizamos los dos bloques del contingente justo en el cruce de Avenida de Los Maestros y Manuel Carpio. Alrededor de 1500 individuos. Me bajo del camión y lo primero que veo es un cartel de la CNTE, -Puta madre con estos weyes y sus mismas mamadas de siempre-, susurré en voz baja. Caminar de Periférico a la ESIA Tecamachalco es maso menos la misma distancia que si recorrieras seis veces una pista de 400 metros, la diferencia radicaba en que no era caminando, sino a medio trote el cómo me estaba desplazando, con bajadas y subidas por las diferentes entradas, e irregularidades y grietas en la banqueta. Todo eso sumándole que el examen era a las cuatro, eran 3:50 y llevaba cargando una mochila que pesaba los mil demonios en esos momentos. -¿Qué esperamos para avanzar?-, se escuchaba la pregunta ansiosa de parte del contingente de mi escuela, aunque sinceramente nadie lo sabía, en el cruce se encontraban unas personas que eran las que daban el paso a las diferentes agrupaciones por Unidad, pero no solo del Politécnico, UNAM, UAM y no se cuantas más casas de estudio estaban ahí compartiendo Huelums y Goyas, Goyas y Huelums alternadamente. Tocó nuestro turno de avanzar, que emoción crecía en el pecho de todos, que orgullo ser parte de ese momento, el primer paso que oficializaba la participación de los futuros Ingenieros Arquitectos en la lucha social. Avanzados más sobre el circuito y a lo largo de toda la marcha era un chiste creer que mil quinientos personajes eran muchos, porque una vez observando los mares de estudiantes conscientes se hacía un número pequeño, algunos dicen que setenta mil, yo digo que era incalculable. Al estar dentro del túnel entre San Cosme y Normal, dirección Cuatro Caminos, escuche a un señor molesto por que no pudo llegar a entregar un material por parte de su empresa por culpa de los estudiantes, lo útimo que escuche de la voz de éste señor fue… ¿Qué chingados quieren estos pendejos?


deamorpuercosycasetas
Selene Chávez -Luna-
*…pero había dado mi palabra y ésta siempre se reivindica con hechos: el sábado tomamos la caseta.
*“Porque Lucio luchó y murió para que esto fuera posible, para que nosotros pudiéramos levantarnos hoy y decir que somos el pueblo, que el pueblo combate y lucha, Lucio no murió en balde” paráfrasis de lo que decía David Cabañas mientras yo, como muchxs otrxs presentes bajo la carpa improvisada a lado de un parque público, escuchaba con la rabia hecha girones, dónde están los de la Isidro, dónde están mis compañeras, dónde la justicia, por qué la vida siempre se presenta tan chingada pa’ nosotrxs lxs pobres… nada especial, cosas que desde hace muchos años ando pensando; nada especial, cosas que desde septiembre pasado mucha gente anda pensando…
Estoy de pie bajo la carpa, tras hileras de sillas, esperando la llegada de D, ya es tarde, mi celular no ha sonado, le habrá pasado algo…
C a mi lado, como siempre desde hace casi quince años. Está ahí con todo y el miedo. La semana pasada junto con otrxs compañerxs del IPN tomaron caseta –otra, no la de hoy-
*-Pero no íbamos encapuchados, Selene, hasta el militar nos dijo que así sí nos daban chance porque sabían que no somos vándalos, somos estudiantes que quieren informar a la gente de lo que nos está pasando, encapuchado… no sé, mugres.
-C, entiende, ellxs son nuestros enemigxs, ese discurso es otra manera de sometimiento, de tenerlos vigilados, controlados, no mames, el sistema siempre te va a decir cómo luchar para saber cómo controlar y aniquilar esa supuesta lucha, tenemos que darles la vuelta. Mira, en las casetas hay cámaras, de por sí a ti en la Unidad ya te tienen fichado, ahora tu jeta ya está también allá, no mames, no sean ingenuxs… nosotrxs no somos vándalos, ellxs nos han orillado a cubrirnos la cara, ya sabes… bueno, el varo es para sus murales, nosotrxs vamos porque ya dimos nuestra palabra, no sé cuántxs estudiantes vayan, CF dijo que tú ibas a jalar como a 20 y mira, ni tú quieres ir… pero bueno, tú decides si vas, nosotros nos movemos antes de que termine el evento.
Me mira con sus hermosos soles ámbar. -¿A qué hora nos vemos?
*Salí de casa con la ropa que hace más de dos años no usaba, hace más de dos años no escondía mi rostro, hace más de dos años… cuando jugaba a la revolución con el grupo, cuando aún creía en las organizaciones de izquierda, en que sí trabajan, en que no repiten el mismo pinche circo panfletario de siempre, la espiral roja, manantial de falacias…
-Cuídate, no llegues tarde-
-No, mami, al rato regreso, lxs quiero…
-Así dices y no llegas…-
-Déjenla, ya se va a hacer la revolución, acuérdate que siempre cambias a tu familia por “tus camaradxs”, ándale, un día vas a querer desayunar conmigo y…
Mi hermano siempre bromeando, siempre hablando de lo estéril de las acciones. Mi madre, mi tía, mis hermanos, no saben a dónde voy ni a qué. Están en la mesa, cordiales, cálidos, desayunando. La casa huele delicioso.
-¿Hoy también lees para la gente de los estudiantes que mataron?
“Los estudiantes que mataron” dice mi madre, sé que es la idea generalizada, ¿México es un país sin esperanza?… No, ni ellos ni nosotrxs ¡no estamos muertxs!
-No, mami, hoy voy con unxs compañerxs que invitaron a David Cabañas, su hermano fue un guerrillero que estudió en la misma escuela que ellos…
-Ah, bueno, ya te dije, no llegues tarde, cuídate… ¿llevas suéter?
Alcanzo a escuchar mientras cierro la puerta, sí, llevo suéter, uno grande y con capucha…
*D llega más que sonriente con un pulque camuflado en la mano, viene acompañado de su mejor amigo y de CF, ¡se hablan de nuevo!, sonríen, juegan. Hace las veces de saludo entre él y yo un abrazo fuertísimo, como si el mundo se estuviera haciendo pedazos justo en ese instante. Trae ilusiones por fusil, nada malo puede pasarnos hoy. Parece que las cosas toman otra vez su cauce.
“A continuación la compañera Luna y el compañero D nos compartirán su poesía para iniciar con el recital…” Leemos un par de textos. Yo en nombre de nuestras “desaparecidas”, él también.
CF y C platican mientras tanto. El primero creyó que el segundo ya no iría.
Terminamos de leer, me acerco a ellos mientras D se despide de quienes se quedan.
-¿qué pasó con lxs demás?, pregunta CF dirigiéndose a C.
-Pues tú… ya no dijiste nada, si no es por ella no me entero que hoy es la toma, dices un día y luego otro… pues ya sabes, es fin de semestre, todxs andan atareadxs, cansadxs, lxs que son de pueblo ya se fueron…
D se acerca. De pie a mi izquierda, como siempre. Nos miramos cómplices del pensamiento: lxs estudiantes y su revolución de butaca… nos miramos pero no hablamos, así desde hace una semana, sólo peleamos. No importa, hoy la cuestión no es de nosotrxs, vamos por todxs, por los compañerxs en lucha, porque el arte debe dejar constancia del movimiento: no pueden quedarse incompletos los murales. Tenemos un compromiso y, si todo sale bien, también habrá recursos para lo que falta pagar del festival cultural de febrero.
“Nuestros principios y objetivos esenciales son:
• Luchar consecuentemente…”.
Una chela pa’l camino.
*En el metro nos esperan seis politécnicos, otra vez la mirada cómplice: somos muy pocos.
-¡Échate un alerta, camarada!- le dice a D su mejor amigo. La mirada cómplice de nuevo (aún hoy no logro descifrarla). La esperanza, el mundo nuevo habita en nuestras sonrisas/espejo, él y yo somos lxs seres humanos nuevos –otra vez- en ese instante. Dos voces una y retiembla en el metro la vida:
Aleeeerta…
*-Ay, mugres, estás bien torpe, ¿no aprendiste nada de nosotros? Si amas la revolución, no dejes de luchar-, me dice C luego de la catarsis a su oído –como siempre-
Miro a D tijeras en mano, dos asientos delante nuestro. Sí, amo la revolución; no, no dejaré de luchar…
-Ya casi llegamos, mugres, gracias por traerme el paliacate, prometo devolvértelo intacto, es hora de disfrazarnos- digo a C. Nos abrazamos, sonreímos.
La caseta se divisa a muy poca distancia, atestada se encuentra de policías. Más de lxs habituales. Silencio sepulcral.
Lxs compañerxs del ipn son novatxs, sólo uno de ellxs ha estado en una toma de caseta, en la misma que decía C, en la que no se encapucharon “porque no son vándalxs”. Entre todxs, somos once, dos mujeres, la acción se dificultará, pero ya estamos ahí.
Llegamos. El chofer estaciona el micro a unos metros de la caseta. Descendemos, servicio particular. El micro y su conductor se esfuman casi mágicos.
Bajo la capucha la mirada es más honesta, más alma, más nuestra. D y yo… nuestros ojos se encuentran -pupilas en incendio donde se asoma todo lo que queda por vivir- y en esa fracción de segundo habita la eternidad. Cómplices hasta los huesos, nosotrxs militamos en la vida y por ella apostamos las naves. Sabemos que somos pocxs, sabemos que todo puede salir mal, sabemos que esa mirada puede ser la última, por eso la congelamos eterna.
-Avancen, compañerxs, no se detengan, vamos todxs juntos, no se separen…- digo mientras camino con C a mi lado, al frente del grupo.
-Espérense, CF se quedó a miar-
-¡No mamen!- Detengo el paso, el de C y el de quienes vienen detrás.
D y yo somos otra vez una voz: -¡Esto es rápido, compañerxs!-, él sigue –no perdamos tiempo…-
La pulsión me gobierna. Ahí no hay cámaras. Mi mano, la derecha, desliza de la nariz al cuello mi paliacate ante sus labios desnudos. Su cuerpo tiembla al contacto. Cerramos los ojos. Nueva-mente la efímera eternidad. Otra vez cómplices nuestros. La saliva desafiando a la historia con hache mayúscula: pretendimos que empezaba justo ahí, con nosotros, en la posibilidad de aquél último beso. La esperanza hace nido en nuestra boca.
Un beso, pero sin abrazo, ese… ese se quedó en prenda del regreso: el futuro es nuestro fusil.
“El deber de todo revolucionario es hacer la Revolución con las armas en la mano.
Vencer o Morir”.
El paliacate vuelve a su sitio, avanzamos con la mirada prendida a las orejas del horizonte. Nosotros al frente de la luz, de la vida. Necesitamos recursos, la Historia otra vez se torna certeza.
Una de lxs puercxs advierte al grupo, levanta el walkie talkie…
*Citas tomadas del Ideario del Partido de lxs Pobres*

Mujer

Alexandra Zahar
Invierno del 2015. El día esta gris y lluvioso. Me gustan los días así pero a la vez me hacen sentir cierta nostalgia que no sabría describir, algún recuerdo de una vida pasada, no lo sé. Se me antojan para no salir de la cama, de preferencia empiernada con alguien, viendo una película. Hoy estoy sola así que me veo forzada a olvidarme de estar empiernada, mi relación es demasiado complicada y mi pareja no se encuentra conmigo.
Acabo de cumplir treinta y cinco años y aunque mi cumpleaños siempre ha sido una fecha muy especial para mí, además representa, esta vez, el antes y el después más significativo de mi vida. El clima y la nostalgia me hacen pensar acerca del día que inició mi historia: El 9 de marzo de 1980. De esa fecha sólo sé que fue domingo y nada más. Resulta extraño pensar lo poco que sabemos del día que venimos a este mundo, a la vida, a nuestra vida. Una fecha que celebramos todos los años. Una fecha que yo tengo idealizada. Hoy adquiere especial significado por algo tan pequeño pero tan importante que sucedió a inicios de mes.
Primer lunes de marzo. Veo las uñas de mis pies pintadas con esmalte rojo escarlata como manzanas cubiertas con caramelo mientras me estoy enfundando en mis medias color arena, el leotardo negro con encaje acariciando y modelando mi figura, mi falda de jean azul ligeramente arriba de las rodillas, mi blusa negra con flores rojas de tela sedosa y transparente. El ritual del maquillaje fue el de siempre aunque se sentía diferente: la base, los polvos, el rubor claro, el delineador negro y los labios rosa. Me miro en el espejo y me siento satisfecha con la imagen. Me siento soñada. No soy una mujer especialmente atractiva pero hoy me siento guapa.
Salgo de mi casa, una habitación amueblada en el número 36 de la calle de Arista y me dirijo a la administración del edificio. Los hospedajes conocidos como “Las Casas Verdes”, especialmente donde vivo, tienen fama de ser casas de seguridad de redes de prostitución y trata de mujeres debido a una serie de reportajes de El Universal que salieron a la luz hace poco más de un año. Diría Michael Ende: “Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión”. De igual forma decía Ende que “toda historia es una historia interminable” y conmigo sin duda tiene toda la razón; alguna vez, bromeando, le dije a mi ex: “Me siento como si fuera Scott Bakula, saltando de vida en vida, arreglando lo que en el pasado salió mal”. La referencia es el actor principal de la serie de televisión llamada “Quantum Leap”, conocida en español como “Viajeros en el Tiempo”, donde su personaje literalmente vivía las vidas de diferentes personas de diferentes épocas, vidas tan diferentes entre sí que no sería posible que una sola persona viviera todas… así ha sido mi vida.


Breve historia de Neza.
David Misan
Al principio llegaron los texcocanos abanderados por el Tlatoani, que según acudía a la zona a hacer versos y planear arquitectónicamente, todos saben que es mentira, iba a la zona a conectar mota y a burdeles.
Poco después llegamos los paracaidistas, expulsados de Oaxaca y Puebla, de campesino a obrero, era literal nuestra cama de piedra.
Al final llegaron los Toros Neza, que nos dieron identidad y patria chica, equipo que goleaban una semana y a la otra le arrancaban tres puntos al líder de la competencia, y como todo en nuestra vida desapareció.
Ahora solo quedamos las ruinas.

Celso
Jeffrey López
El compa Celso, pescador de Puerto Viejo, un día en el parquecito, contó esto:
A Filimón Baltodano se lo llevó el Diablo. Toda persona que sea de Garza y Nosara asegura que esta historia es cierta. Cuando velaban a Filimón una su prima se acercó a ver la caja y al alzar la tapa puso una cara de espanto. Luego se supo que solo se enterró el ataúd sin cuerpo alguno. Toda la gente se pregunta: donde está? Filimón Baltodano tenía contratos con el Diablo.
***
Noviembre. Sixaola inundada. Pasa el finado por la calle principal y se lo lleva la corriente. Tres pangas cruzan la calle principal del pueblo, entre la bruma, ya noche buscando el cuerpo. Gentes con varillas revuelcan el barro. No se encuentra nada. Yo lo puedo hallar ! tráiganme una almohada, dónde se hundió? cincuenta metros abajo la almohada en remolinos y el Pastor evangélico: ¡ ahí está !
***


Murió el hondureño. Pertenecía –dicen- a una secta. Estaba en la poza, ahogado, panzarriba, a la par del puente. Era largo como una varilla el negro. Conforme pasaban las horas se hacía cada vez más pesada la caja, extremadamente pesada. Ya en el velorio fueron a alzar el ataúd entre varios y no pudieron. Conmoción. Vino entonces el Chino: – palabras incomprensibles -… tres crucetazos en la caja – ! ahora alcen ! – Dominó, rondón, cantos hasta la madrugada.

A contra reloj
Georges Waters
Los minutos caminan, el tiempo corre, el lápiz dibuja; el tiempo, ese dispositivo que nos mueve a hacer cosas en equis duración de segundos, escribir acelerado, calculando ensimismado que no nos falte tiempo.
Garabatean las palabras, la vida se consume, yo sentado a contratiempo, el perro que ladra, el gato que se lame en la terraza del edificio de a lado, la vista en el papel, los niños por la calle gritando, saltando. Yo a contra reloj.
Se azota la puerta, los sentidos se inflaman, todo vuelve a la calma, la mosca que vuela, el cambio de hoja, el tic tac del reloj, la manecilla que cambia serena. Tiempo que vive, saluda y muere.
Tiempo de vida más valioso que el oro, todavía una joya se puede reemplazar, hora pasada, hora muerta, tiempo que no volverá jamás. ¡Qué detalle! Sentidos preciosos, ¿cuántas cosas eres capaz de captar en un segundo? La pluma quedanza, la calma que agobia, la “compañera” ausente [Jazz], el cigarro encendido, olor a tabaco, las tareas pendientes, desatento al presente, preocupación por el pasado, el ahora desvanecido.
¡Reloj de arena! Control de vida. Muerte viviendo, vida muriendo.

El otro infierno
Belarmino
“Nadie atina a explicar por qué todos fueron Ayotzinapa. Universitarios, burócratas, electricistas, preparatorianos, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, familias enteras… Todos acudieron porque esos 43 normalistas de Iguala no son tan lejanos, no son tan ajenos, y el 44 podría estar inmerso en esa masa que atiborró el centro de la ciudad. La marcha del jueves 20 fue otra vez la unificación de una voz: ´Que se vaya Peña´. Antes de que los uniformados cumplieran la orden de despejar el Zócalo a toletazos, un muchacho muy joven había dicho: “Este es nuestro 68”. Y sí”, escribe Fabrizio Mejía Madrid en una crónica sobre la gran manifestación de ese 20 de noviembre.
El 43 se convierte en una cifra simbólica para México y para quienes acompañan la lucha en otras partes del mundo. Involuntariamente dejamos fuera así a los tres asesinados, el muerto en vida y el herido que no volverá a ser el mismo por el impacto en la cara. Muchas y muchos se esfuerzan en recordarlos con las fotos de sus muros en las redes sociales.
Hay allí un empeño por rescatar la memoria de todos uno a uno y el trabajo de Tryno Maldonado, escritor y periodista, es quizá la mejor muestra, pasando meses en la Raúl Isidro Burgos para que los números y las fotografías se transformen en historias personales. Otros y otras se acercan a las familias, para asomarnos al drama que acompaña esta historia.
No resulta fácil por la tragedia en sí y el duro proceso de revictimación en el reino de la injusticia donde vivimos.
Julio César Mondragón Fontes es el normalista desollado en vida, cuyos restos presentan unos militares en la mañana del día 27, asegurando que los encontraron sobre la calle. 
La madre, el hermano, los abuelos y tíos de Julio viven al sur del estado de México, y Marisa, su compañera, trabaja y se hace cargo de Melissa, la hija de ambos, en el Distrito Federal. A la manera de cualquier familiar de los 5, no pueden moverse como los de los desaparecidos, pues la PGR aisló sus casos.
Cuando la joven esposa y el tío Cuitláhuac fueron por los restos del muchacho, incursionaban en una realidad regional muy distinta a la suya, a la que por obvio instintivo temían. En ese clima, entre uniformados y civiles de aspecto dudoso gracias a las noticias ya esparcidas, calculemos la confrontación con el forense.
-¿Por qué afirma que lo mató el trauma craneoencefálico y no reporta posible tortura? Vea el rostro y las huellas en varias zonas del cuerpo -dijeron, y la respuesta fue el ninguneo del profesional con autoridad que se dirige al pueblo llano. Maestros normalistas y de carácter enérgico los dos, encararon al médico tan mesuradamente como las condiciones mandaban, haciendo conciencia de que deberían fotografiar el cadáver en diversas posiciones antes de darle sepultura.
El duelo, multiplicado por las circunstancias, tendría que pasar entonces un agrio trago extra. El colmo fueron los comentarios en el propio Semefo: Pueden sacar buen dinero por un caso así.
El periplo de los Mondragón abunda en mensajes siniestros y fantasmas que el poder siembra de tal o cual manera, ahora al abandonar Iguala. ¿Estaban en riesgo, alguien los seguiría? ¿Eran exageraciones, una reacción común de las víctimas en México?
Al poco Marisa recibe la visita de representantes del gobierno guerrerense. Le llevan un cheque por diez mil pesos, que se presume para los gastos de mayor urgencia y no aclaran realmente el motivo. ¿Si toma el papel renuncia a algo? ¿Y cómo dieron con ella los agentes?, ¿la vigilan?, ¿desde cuándo?
Por esos días, durante una clase en su universidad, Lenin, el hermano pequeño de Julio y muy parecido físicamente a él, escucha al maestro referirse al joven que aparece desollado en la fotografía.
-Se lo merecía –suelta el tipo.
-0-
Somos los que ven y muchos más, empezando por ustedes mismos, hay que repetir. Aquí no existe arriba y abajo, quienes sólo hablan y quienes sólo escuchan. Juntos todas y todos, en ese orden no por deferencia a las mujeres sino porque hoy su lugar está al frente, cuando de luchar se trata.
La última gira, decimos, y en realidad es la primera, la que acompaña el comienzo de una nueva utopía, nos da por creer, juntos, ustedes y nosotras y nosotros.
Terminemos con un aplauso general.


CARTELES, COORDINACIÓN Y MUSICALIZACIÓN: NADIA GODOY Y NERI MARTÍNEZ



 El once ideal

Este Un largo viaje quiere ser ahora cuaderno y no más blog donde apuntar. Si lo consigue -como si necesitara gran cosa para lograrlo, jeje...